Brasilia.— El nuevo presidente de Brasil casi no se dejó ver en público en las horas previas a su gran triunfo político. Discreto y calculador a los ojos de sus adversarios, Michel Temer no pudo evitar, eso sí, fotografiarse haciendo la señal de la victoria durante una recepción con atletas olímpicos poco antes de la destitución de su predecesora, Dilma Rousseff.

Con su ascenso definitivo a la presidencia, el hasta ahora vicepresidente y jefe de Estado interino Temer consumó su venganza política sobre la que fuera su aliada en una extraña alianza de gobierno durante cinco años y medio.

La caída de Rousseff está ligada al descalabro económico y a los escándalos de corrupción en el país más grande de América Latina, pero también a las intrigas que, durante meses, se dieron entre bastidores. La más simbólica de ellas la que mantuvieron la presidenta de izquierdas y Temer, su antiguo escudero, un abogado católico de 75 años vinculado a las élites conservadoras brasileñas.

Visto por los mercados con buenos ojos por el “gobierno de salvación” y la política económica liberal con los que espera sacar a Brasil de la crisis, el nuevo presidente hace frente en cambio a fuertes reticencias por parte de activistas sociales e intelectuales. Sus planes económicos hacen suponer recortes en los programas sociales que impulsó durante los últimos 13 años el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff y del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Fue la ruptura de Temer con Dilma, en marzo, la que dio la estocada decisiva a la primera presidenta mujer de Brasil. “Pasé los primeros cuatro años como un ‘vice’ decorativo”, se quejó Temer con la mandataria en una carta de “de-
sahogo” personal, en diciembre de 2015.

Casado con una ex reina de belleza 42 años más joven que él, Temer se aupó al poder en gran parte gracias a las redes tejidas a la sombra a lo largo de más de tres décadas de vida política, primero en la metrópoli financiera Sao Paulo y luego en Brasilia. El político con raíces libanesas ejerció a partir de 1987 seis mandatos consecutivos como diputado federal y presidió la Cámara Baja en tres legislaturas.

Calificado alguna vez de “mayordomo de una película de terror”, Temer es impopular en las calles. Y ha sido mencionado en relación con tramas corruptas, hasta ahora sin consecuencias.

En los próximos días, el jefe de Estado tendrá que demostrar su talento para conciliar un país dividido. Esta misma semana será su estreno internacional, durante la cumbre del G-20 en China.

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