Los Ángeles.— El joven mexicano Pedro Trujillo dice que volvió a nacer en 2012, cuando puso fin a 21 años de clandestinidad en Estados Unidos.

“Un papel cambió mi vida. Me permitió salir del estancamiento, de la confusión, de la frustración que significaba estar condenado a ignorar mis sueños”, dice a EL UNIVERSAL el originario de Chiapas, quien llegó a California a los 6 años y hoy es egresado de la Universidad de North Ridge.

El mismo sentimiento lo comparte la guatemalteca Melody Klingenfuss, de 22 años, quien vivió en Los Ángeles sin papeles durante 14 años y actualmente estudia una maestría en la Universidad del estado de California. “Si bien sé que esta credencial no es camino a la ciudadanía, sí me permitió tener un número de identidad, seguro social, estudiar una carrera profesional, tener un trabajo con todos los beneficios sociales y acceder a financiamiento para tener mi propio carro. Se me abrieron todas las puertas como arte de magia”, asegura Melody.

Ellos son dos fieles testimonios de la llamada generación DACA, el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia anunciado por el presidente Barack Obama como paliativo a la falta de una reforma migratoria que resuelva la situación de más de 11.5 millones de personas en EU.

De acuerdo con el Instituto de Políticas Migratorias, a cuatro años de su introducción, la orden ejecutiva de Obama ha ofrecido alivio y evitado la deportación de 728 mil jóvenes.

El 60% de las solicitudes procesadas por el Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS por sus siglas en inglés), 820 mil en total, se han registrado en California, Texas, Nueva York, Illinois y Florida.

Los mexicanos constituyen el grupo más numeroso, con 634 mil solicitudes, seguido por los salvadoreños, con 31 mil, y guatemaltecos, con 22 mli. Son elegibles las personas que llegaron al país antes de junio de 2012 y que hayan cumplido 16 años de edad; además deben ir a la escuela o haber finalizado la secundaria.

El programa, que tiene un índice de renovación de 93%, ha resultado un eficiente instrumento para elevar el bienestar de los dreamers.

Una encuesta del Instituto para las Relaciones Laborales y el Empleo sostiene que 84% de los inscritos en el programa tiene empleo, frente al 68% de los sin papeles, y ganan en promedio 20% más.

“El programa resultó ser súper exitoso, porque saca de las sombras a estos jóvenes y sus familias, los provee de ingresos significativos y permite a los amparados viajar a sus países de origen”, dice en entrevista Jorge Mario Cabrera, portavoz del Fondo de Acción de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA).

“Pero fue un trabajo medio bien hecho. El 60% de los jóvenes que pueden calificar al DACA todavía andan por allí sin ningún tipo de amparo”, lamenta el portavoz de CHIRLA.

Afirma que muchos se están autoexcluyendo porque equivocadamente piensan que no califican, ya sea por haber cometido faltas menores o por falta de recursos, ya que la aplicación tiene un costo de 465 dólares, pero los servicios legales pueden ascender hasta 5 mil.

Al hablar sobre las elecciones presidenciales de noviembre, Cabrera está convencido de que si gana Donald Trump “la comunidad latina estaría verdaderamente jodida”.

“Eliminar el programa sería un error, algo terrible para las familias. Sabemos que el candidato Donald Trump sería un desastre para este país y una bofetada para nuestra comunidad. Su plan es enfermizo y no conviene a la comunidad inmigrante”.

Respecto a Hillary Clinton, cree que “estaríamos retados” para que cumpla sus promesas de integración.

“Estamos listos para luchar y (...) evitar que se quiebre este sentimiento de normalidad y los corazones de muchos”, sostiene Pedro Trujillo.

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