Filadelfia.— “Historia”. Con ese solo tuit, Hillary Rodham Clinton celebró ayer el haber conseguido la nominación oficial demócrata como candidata presidencial. Razón no le faltaba: en los 240 años de historia del país, nunca antes una mujer había sido elegida por uno de los grandes partidos como su líder hacia la Casa Blanca.

Pero la gran sorpresa vino en la noche, cuando, en conexión satelital desde Nueva York, Hillary Clinton se dirigió a sus seguidores demócratas reunidos en la segunda jornada de la convención demócrata. “Es su victoria, es su noche”, dijo la ex secretaria de Estado, “feliz” por el “honor” de ser la candidata del partido progresista estadounidense.

“Es la primera grieta para romper el techo de cristal [que separa las opciones que tienen hombres y mujeres]”, continuó, haciendo hincapié en cómo Estados Unidos puede hacer historia con una mujer al mando de la primera potencia mundial. Y no se quiso poner freno: “A las niñas que están viendo esto, quizá yo seré la próxima presidenta, pero una de ustedes será la siguiente”.

La nominación, un mero formalismo tras meses de primarias en las que salió vencedora con algún sufrimiento más del esperado, se produjo en un ambiente más tenso del previsto. La convención del Partido Demócrata, que tenía que ser una fiesta de unidad y armonía, empezó con un ambiente enrarecido por las acusaciones de sistema amañado y falta de democracia del sector más progresista del partido, aquel representado por el senador Bernie Sanders. Pero la necesidad de unirse para ganar las elecciones —no es baladí que el lema de campaña sea “juntos más fuertes”— se impuso.

Toda la semana ha habido llamados a esta unidad necesaria y el gesto final de Sanders fue significativo: de la misma manera en que Clinton renunció a sus delegados para entregárselos a Barack Obama en 2008, ayer, en el último momento, cuando todos los estados habían votado, el senador por Vermont tomó la palabra y renunció a todos los votos conseguidos. Pidió que la nominación de Clinton fuera por aclamación a viva voz, y así fue. El Wells Fargo Center rugió y Clinton hizo historia. Sonó música festiva y todo quedó allanado para el jueves, cuando la ex secretaria de Estado aceptará la nominación.

Pero no todos quedaron conformes. Cuando se confirmó que Clinton es la candidata demócrata, más de 50 delegados abandonaron el estadio donde se realiza la convención, y se dirigieron hacia el espacio reservado para la prensa, a la que entraron y empezaron una protesta pacífica y silenciosa contra el Partido Demócrata y el amaño que, en su opinión, impidió la victoria de Bernie Sanders. “Esto no es democracia, la elección es un fraude”, dijeron a los periodistas. Es muy probable que las protestas continúen en los próximos días.

Por la reforma migratoria. La estrella de la noche fue el esposo de Hillary, el ex presidente Bill Clinton, quien enloqueció al público apenas se presentó para hacer un repaso de “su historia” con ella. “Es una agente de cambio”, la describió. “Es la mejor maldita agente de cambio que he conocido en toda mi vida”, agregó el ex mandatario, quien no dudó en apelar a los dos temas que generan más rechazo a la candidatura del republicano Donald Trump: la migración y el odio racial.

“Si eres musulmán y amas Estados Unidos y la libertad, y odias el terror, quédate aquí y ayúdanos a ganar... Si amas a este país... debes escoger la reforma migratoria en vez de alguien que quiere enviarte de vuelta”, dijo, en el discurso más personal e íntimo de la candidata, uno que buscó conectarla en el terreno más emocional, uno de los puntos débiles de la candidata. Trump reaccionó en Twitter. “"No importa lo que diga Bill Clinton, la prensa mentirosa exclamará que ha sido increíble. Altamente sobrevalorado”, tuiteó.

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