Hoy el presidente argentino Mauricio Macri tendrá un mal día: las cinco centrales obreras que se reparten el gremialismo del país han decidido unirse en una gran manifestación, que adelantará la conmemoración del 1º de Mayo y que reclamará por la situación laboral, mejoras salariales, aumentos a los jubilados y contra los despidos en el Estado que propuso Macri desde que llegó al poder en diciembre. Saldrán a la calle las tres organizaciones en las que se ha dividido la histórica CGT (Confederación General del Trabajo), de signo peronista; y las dos en las que se partió la CTA (Central de Trabajadores de la Argentina), de signo socialista obrero. “Va a ser una movilización histórica”, dijo Hugo Yasky, dirigente de la CTA original, “porque expresa a todas las expresiones del movimiento obrero y nunca antes se dio una situación así”.

El gobierno de Macri ya ha enfrentado algunos paros, pero todavía no ha visto una huelga general, aunque según datos de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) hay 7 mil 795 despedidos y los más pesimistas calculan, de modo extraoficial, que ha habido 25 mil despidos en el Estado; el ministerio de Cultura ha sido de los más afectados. Según un supuesto plan (un memorándum de 20 hojas, aparentemente filtrado del ministerio de Modernización), el número total de prescindibles ahí se completará este mes y llegará a mil 400.

El gobierno justifica las medidas antipáticas diciendo que muchos de los trabajadores despedidos no cumplían tareas específicas o que eran funcionarios de la administración anterior. Para el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se está exagerando: “No hay un proceso de destrucción de empleo en el país”. Para el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, hay una herencia pesada: “El contexto en que hemos recibido el gobierno nos impide poder dar todas las soluciones que se nos reclaman al mismo tiempo”. Pero Valentina Viglieca, delegada de organización de la junta interna del Ministerio de Cultura, de la ATE, “entre los trabajadores del Estado el clima es de miedo pero de unidad”.

“Muchos trabajadores votaron a Macri porque la conducción gremial era kirchnerista y generaba bronca”, agrega Rodrigo Ramos, delegado trotskista de la ATE en el Ministerio de Comunicaciones. “Hubo expectativa con el gobierno al principio, pero ahora está cambiando eso”.

Aunque no se anunciaron huelgas, hoy se espera poca actividad en el transporte, la administración pública, los tribunales de Justicia, hospitales y otros servicios.

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