Por Alejandro Chanona

La muerte de gente inocente por un ataque terrorista es inaceptable. El ataque en varios puntos del norte de París es una clara reacción de quien busca contraatacar por motivos políticos y de venganza. Se confirma que el Estado Islámico (EI) perpetró el ataque con armas largas y bombazos. Las víctimas del Teatro Bataclan son las más. Esta acción suicida es una reacción, una represalia, por la decisión del Estado francés de desplegar a su fuerza aérea para atacar posiciones del EI en Siria desde septiembre de este año. Dicho en términos de teoría de la guerra, de acuerdo con Clausewitz, a toda acción de agresión de un Estado contra otro, corresponde una reacción del Estado agredido.

François Hollande salió a medios para hacer un llamado a la unidad nacional y a la solidaridad. Eso no es suficiente. En las próximas horas y en los próximos días tendrá que rendir cuentas de por qué fallaron los servicios de inteligencia franceses para prever y neutralizar este brutal y letal ataque. Al tiempo de cerrar esta opinión la cifra de muertos rondaba en alrededor de 160 víctimas.

La pregunta es: ¿el método de combate al EI debe continuar siendo el bombardeo sistemático a sus posiciones en sus nuevos territorios? ¿Convendrá invadir la zona ocupada por el EI en Siria? No lo sé. Por supuesto, no estoy sugiriendo ninguna negociación o pacto alguno con ellos, lo que quiero señalar es que la estrategia está fallando, si atendemos al hecho de que los yihadistas tienen capacidades para planear, penetrar y ejecutar ataques en el corazón del mundo occidental.

La anatomía del ataque terrorista nos demuestra que no hemos aprendido a conocer las transformaciones y nuevos modus operandi de estos actores que amenazan la seguridad internacional. La forma en que se situaron en al menos seis puntos de ataque, transportando armas, movilizando vehículos y hombres y plantando bombas de forma inadvertida, llama la atención y nos alerta para prepararnos ante futuros ataques.

La condena internacional no se hizo esperar, y no es para menos, a partir de ahora podemos esperar ataques simultáneos en cualquier lugar en donde ellos identifican a un enemigo. La sofisticación con la que operan les permiten encontrar reclutas o aliados entre las filas de los fundamentalistas y recabar fondos entre familias acaudaladas del mundo árabe.

La guerra entre civilizaciones no debe ser una ecuación cultural. Aceptarlo así nos puede llevar al triste destino de que la confrontación entre el islam y el mundo cristiano es inevitable. Sin embargo, el acercamiento entre ambas visiones del mundo debe seguir buscando puentes y acercamientos y no al contrario. Mientras tanto, los yihadistas seguirán reclutando hombres y mujeres dispuestos a dar su vida por la causa.

Por lo pronto, Francia cerró sus fronteras, París cerró el Metro y se advirtió a los parisinos no salir de sus casas. El miedo se propagó y el objetivo terrorista se cumplió. Si la decisión inmediata es ocupar Siria puede ser una sobrerreacción de Occidente, ya veremos.

Lo cierto es que hay un llamado a repensar el método y las estrategias para combatir esta amenaza a la seguridad internacional y Hollande estará a prueba ante las medidas y decisiones que tome en los próximos días.

Académico de la UNAM

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