El presidente tunecino, Beyi Caid Essebsi, pidió ayer al primer ministro, Habib Essid, que adopte las medidas excepcionales que considere oportunas para luchar contra el terrorismo, que el viernes dejó 38 muertos en un atentado  en un hotel en Susa. Al menos 30 de las víctimas eran británicas, se informó ayer.

Ciudades como Susa, Hammamet, Monastir y localidades turísticas aledañas a la capital tunecina como Sidi Bou Said o Cartago, amanecieron ayer custodiadas por más patrullas de fuerzas especiales de la policía nacional que vigilaban las calles fuertemente armadas.

“Nuestro plan pretende desplegar (en los próximos días) un millar de policías armados para proteger hoteles y turistas”, explicó a los periodistas el ministro tunecino de Interior, Nayam Al Gharzali. Una medida bienvenida por la población, pero que critican con dureza los expertos, ya que, en su opinión, deberían haberse impuesto mucho antes.

En el atentado del viernes en el hotel Marhaba Imperial de Susa, los testigos aseguran que los servicios de seguridad tardaron casi 45 minutos en intervenir y abatir al “lobo solitario”, por lo que se ha vuelto a exigir una investigación.

Máxime, recuerdan los expertos, cuando el país estaba en estado de alerta ante la amenaza de que los atentados regresaran con el inicio del Ramadán, por lo que la Policía Nacional y el Ministerio de Interior “deberían dar explicaciones”.

Reino Unido envió a un equipo de expertos para evaluar las medidas de seguridad en los complejos turísticos del país, informó la titular británica de Interior, Theresa May.

El papa Francisco criticó duramente los atentados en Túnez, Francia y Kuwait y expresó sus condolencias a las víctimas. Oró por las víctimas y brindó su “apoyo espiritual” a sus deudos en telegramas a las nunciaturas de los tres países afectados, informó radio Vaticano.

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