La cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea (UE) en Bruselas volvió a aumentar ayer la presión sobre el primer ministro griego, Alexis Tsipras, para que llegue a un acuerdo con sus acreedores y evite la bancarrota, en la misma jornada en que fracasó una reunión de ministros de Finanzas de la eurozona, que continuará el sábado.

Los jefes de Estado y de gobierno dejaron claro que Atenas ya no tiene mucho margen de maniobra, indicaron diplomáticos en Bruselas. La ronda pidió a Tsipras aceptar la nueva oferta de los acreedores para un paquete de reformas y ahorros. De lo contrario, se tendrá que hablar de un “plan B”, que se refiere a una bancarrota o una salida de la eurozona.

El jefe del eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, que informó a los jefes de Estado y de gobierno sobre el estado de las negociaciones, dijo: “Para el gobierno griego sigue abierta la puerta para aceptar las propuestas que las instituciones (de acreedores) pusieron sobre la mesa”.

De este modo cada vez son más justos los tiempos: el martes expira el actual programa de ayuda europeo para Grecia, que tiene que pagar cerca de mil 600 millones de euros al Fondo Monetario Internacional (FMI), mismos que no tiene. El FMI aseguró que no concederá a Grecia un plazo adicional para el pago de las tasas pendientes que vencen el próximo martes. Desde hace tiempo es norma en el FMI “no prolongar los plazos de pago”, dijo el portavoz del organismo, Guerry Rice.

El presidente francés, François Hollande, insistió en una solución rápida y opinó que Grecia ya no tenía tiempo. “Un acuerdo es posible y necesario”, dijo. A su vez, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo tener la “corazonada de que al contrario que en las tragedias de Sófocles, esta historia griega tendrá un final feliz”.

En el encuentro de ministros de Finanzas se trabajó con las propuestas de los acreedores y del gobierno griego. Durante conversaciones con los acreedores, Tsipras habría pedido que las deudas se trasladen al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), algo que los acreedores rechazan.

De acuerdo con informaciones de la parte griega, también habría diferencias en torno al IVA. Grecia plantea ingresos netos del 0.93% del PIB anual, en tanto que las instituciones siguen pidiendo 1%, si bien acepta un tipo reducido del 13% para alimentos, energía y agua.

Atenas rechaza incluir a los hoteles en los productos tasados con 23%, como piden las instituciones, aunque sí aceptan elevar a ese tipo el IVA para restaurantes y caterings.

En el plano de las reformas fiscales, el gobierno de Tsipras no incluye la exigencia de las instituciones de eliminar el trato fiscal preferencial para agricultores, ni quiere lanzar el proceso de licitación para licencias 4G y 5G. En los restantes puntos y salvo en lo que se refiere a la reducción del gasto en Defensa, Grecia y las instituciones no están ya tan alejadas, porque Atenas también acepta aumentar el impuesto de sociedades del 26% al 28%, frente al 29% que proponía.

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