El colchón de una cuna con barrotes es el espacio donde ha pasado la mayor parte del tiempo, en casi una década, este joven de origen tabasqueño. A sus 20 años, Adrián, con retraso sicomotor, lleva además un trozo de tela en el cuello, por si necesitan amarrarlo. Desde 2006, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU prohíbe el encierro involuntario o la sujeción prolongada bajo el pretexto de que sean “principios de protección”. La Casa Hogar de la Señora de la Consolación, que defiende su método “para contener a los pacientes”, permitió a EL UNIVERSAL recorrer sus instalaciones.

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