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En la avenida Ignacio Zaragoza, un grupo de personas cobra por hacer que los usuarios de transporte público que descienden en vía rápida puedan cruzar. Por cada persona que ayudan se llevan entre dos y cinco pesos; sin embargo, vecinos de las colonias Agrícola Oriental y Agrícola Pantitlán en Iztacalco y Juan Escutia en Iztapalapa, señalan que de no darles dinero se vuelven agresivos.

Estas personas se dedican a llevar a la lateral a quienes bajan del transporte en el camellón de la vía rápida, ya que para evitar el tránsito lento las combis y camiones utilizan el carril de alta velocidad haciendo que la gente que viene del centro y que en algunos casos se traslada con niños o mercancía baje a la mitad de la calle.

Quienes laboran cruzando gente lo hacen arriesgando su vida, zigzaguean entre los coches hasta llegar al camellón, una vez que lo hacen ofrecen ayuda a cambio de que “le den para el refresco”. Cuando la gente accede, comienzan a avanzar haciendo señales de alto a los automovilistas.

Ya que están del otro lado, la gente entrega unas monedas para pagar por “el servicio” recibido por parte de estas personas. EL UNIVERSAL realizó un recorrido por la zona y en por lo menos en una hora 80 personas pasaron de un lado a otro; del total, por lo menos la mitad entregó dinero y el resto cruzó corriendo entre los tráileres y toreando a los microbuses que se estacionan en doble o triple fila.

Mujeres, familias con niños y adultos mayores son quienes en su mayoría solicitan el servicio, ya que la alta afluencia de la calzada Ignacio Zaragoza la coloca dentro de las arterias más importantes de la ciudad de México y es comparada con el Anillo Periférico y calzada de Tlalpan.

Según vecinos, estos hombres están distribuidos en por lo menos cuatro puntos de Zaragoza, son grupos de dos a tres personas que durante el día realizan esta labor aprovechándose de la falta de regulación del transporte público y de la corrupción de los elementos policiacos.

Desde las seis de la mañana y hasta las ocho de la noche se les puede encontrar; lo mismo días laborales que fines de semana, esto se debe a que la avenida transporta a quienes vienen del Estado de México y los alrededores del metro Tepalcates y Canal de San Juan, que es donde se concentran.

De acuerdo con vecinos de la zona el problema se genera cuando alguien no accede a pagarles, pues quienes se dedican a cruzar gritan e insultan a los transeúntes que no pagaron.

“Lo menos es que te griten ‘pinche hambriado’ o ‘bola de jodidos’, porque tienen una boca muy suelta, pero si alguien responde a estas personas no les da miedo aventarse a pelear. Se meten, se le paran enfrente a quien los reta y los amenazan. Yo he tratado de sacarles una foto para denunciarlo y como una vez se dieron cuenta me patearon el coche diciéndome que qué me importaba”, se quejó el señor Arturo Santana.

Comenta que comienzan a “trabajar” desde las seis de la mañana y están todo el día entre las estaciones Canal de San Juan, Tepalcates y Guelatao de la Línea A del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.

Las ganancias que obtienen por esta labor las generan aprovechándose de que los microbuses no siguen las reglas y de que la gente no reclama a los operadores por su seguridad.

Si en una hora por lo menos 40 personas pagaron por el servicio y suponiendo que cada uno entrega dos pesos, estarían obteniendo 80 pesos en dicho periodo, si eso se multiplica por las 14 horas que laboran son mil 120 pesos. A su vez, esa cantidad se divide entre las tres personas que se juntan en cada punto, por lo que la ganancia unitaria sería de 373 pesos al día. Es decir, por ayudar a cruzar la calle ganan 5.6 veces el salario mínimo general.

De acuerdo con colonos, aunque el “servicio” resulta una ayuda por la dificultad de cruzar la avenida, el problema inicia cuando la gente no quiere entregar dinero y los trabajadores beben o consumen sustancias. “Lo malo es que aquí los vez tomando cerveza, fumando mariguana o inhalando thinner. Hay quienes hasta se asustan cuando les ofrecen ayuda para cruzar porque como huelen a alcohol y se van a los gritos sí intimidan bastante”, dijo la señora Damiana Salas.

En horas de tránsito intenso, estas personas se avientan entre los autos para abrir huecos y que otros coches que viajan por calles internas se puedan integrar a la vía principal, de no ceder el paso o no pagar “agreden a los autos y se paran frente al coche para evitar que siga avanzando, así como retándolos”, aseguran vecinos.

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