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A partir de hoy nada será igual para Marisol Cervantes Pulido, la policía segundo que hace una semana fue arrollada en la colonia Juárez por el ciudadano albanés Zenuni Henrjad, cuando le notificaba de una infracción.

Después del desahogo de pruebas de la parte contraria en la sala 62 del edificio de juicios orales en Sullivan, la oficial comisionada al área de parquímetros admite que teme por su vida y por la de su familia. Aunque confía en que se hará justicia, le preocupa que el albanés tome represalia.

Está adolorida, no puede mover su tobillo, tiene una esfera en los tendones y el codo de la mano izquierda no lo puede mover al 100%. Ni siquiera puede sostenerse de pie o por lo menos las 16 horas que su labor le exige.

Sentada en una silla de ruedas, pero portando su uniforme con orgullo —aunque esté de incapacidad—, reconoce que ya no andará con la misma confianza que había mantenido desde hace 14 años, tiempo que lleva como policía de la capital.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Cervantes asegura que en el incidente con el albanés el procedimiento se llevó conforme a la ley y no hay que compadecerse de nadie.

Por este percance, que fue dado a conocer en redes y medios de comunicación, presenta sentimientos encontrados, pero se siente orgullosa de que  lo único que hizo fue cumplir con su trabajo y hacer respetar un Reglamento de Tránsito. “No nos basamos por sentimientos, nosotros no hacemos mas que cumplir con nuestro trabajo. Esta ocasión fue un ticket vencido, desafortunadamente se hizo la revisión y basado en el artículo 33 fue que se le infraccionó, la gente huye queriendo evitar la sanción, a veces no hay daños pero si hay susto o se lastima”.

Hoy expone su caso y pide a la ciudadanía no ver a los elementos de la Secretaría de Seguridad Púbica como sus enemigos: “No somos malos, estamos para cuidarlos, salvaguardarlos de cualquier situación. Nos exponemos diariamente, cuando la ciudadanía duerme tranquilamente muchos están en el frío, en las calles parados sin poder sentarse arriesgando la vida. Hay que tener un poco más de respeto para nosotros como policía”.

¿Es más difícil el desempeño para una mujer que para un hombre?

—Sí, porque nosotras llevamos todo el cargo de casa, atender a los hijos, no se puede descansar. Se lleva una vida agitada, a veces se trabaja tres días seguidos sin descanso.

A veces estamos atados de manos, hombres y mujeres, no podemos sacar un arma y tenemos que esperar a que seamos atacados para responder. Son segundos que perdemos y que podrían representar hasta la vida.

Ojalá las autoridades cambien, derechos humanos nos apoyen un poco más. Nosotros no vamos a abusar de la autoridad porque nos meteríamos en problemas y que la ciudadanía no se agarre de ahí. Como policías queremos que la delincuencia aminore.

¿Los policías están preparados para este tipo de percances?

—Nos preparan para no poner en riesgo nuestras vidas, pero finalmente no sabemos con qué personas nos vamos a encontrar a cada instante, todos son distintos, con mentalidades distintas. Hay personas que asumen su responsabilidad, con un poco de enojo, pero la asumen, admiten que no hicieron las cosas como deberían.

¿Ha dudado o se mantiene firme en que lo mejor es ser policía?

—Sí, aunque no somos muy queridos por la sociedad, así como hay muchas personas que han sido infraccionadas y dicen que somos de lo peor, si todos cumplieran con el reglamento nada de esto sucedería y no habría personas infraccionadas. Si hubiera una cultura.

Doy gracias a Dios que estoy viva, pero esta persona tenía todas las intenciones de matarme. Creí que me iba a matar, fueron segundos que no supe cómo agarré fuerzas para levantarme y poderme orillar, porque esta persona no se dio por vencida e intentó arrancar el carro. Me siguen pasando muchas cosas por la mente.

¿Son los riesgos de ser policía?

—Salimos de casa y no sabemos si regresaremos con nuestros seres queridos. Regresé lastimada, pero viva.

¿Vale la pena arriesgar su vida, su familia por ser policía?

—Sí me siento orgullosa y claro que sí vale la pena aunque muchas personas no nos quieran.

¿Por qué no los quieren?

—Como todo, hay policías buenos y malos, desafortunadamente nos catalogan a todos. El ser humano también es bueno y malo y no vamos a generalizar, hay que conocer, hay que saber y no cerrarnos.

En estos casos, ¿cómo les ayuda la Secretaría de Seguridad Pública?

Tenemos el Hospital Obregón, que a veces por la saturación no hay buena atención. Son muchos policías atienden diariamente y no se dan abasto. Hay accidentados, con enfermedades crónicas, pero ahí nos atienden, posteriormente un servicio médico.

¿No hay un fondo de ayuda?

—No sé si lo haya o si lo vaya a ver, pero debería, ¿no?

¿Son satanizados los policías de la Ciudad de México?

—Es cuestión de que los civiles se den la oportunidad. Somos los malos sólo porque llevamos un uniforme, pero también somos los buenos cuando tienen alguna situación. Quieren que seamos doctores, de todo. Los entiendo, me han tocado situaciones en las que quieren todo el apoyo y se les brinda hasta donde más podemos cuando tienen una persona herida, enferma, tenemos que hacerla de hasta paramédicos en lo que llega la ambulancia.

No hay que cerrarnos a la imagen que se tiene de los policías, somos seres humanos y creo alguien tendrá un familia policía y no les parecería que les ocurriera lo que me pasó a mi. Hay que sensibilizarnos.

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