Cali, Co— El cuerpo de Stephanie Magón —encontrado sin vida el pasado 30 de julio en Ciudad de México— llegó a Cali el pasado sábado. Del bello rostro de la modelo caleña Stephanie Magón no quedó rastro.

“La boca estaba deforme, por más que quisieron arreglarla no lo lograron. La mandíbula estaba desencajada. De la nariz para abajo estaba irreconocible”, contaron en medio del llanto algunas de las amigas que acompañaron a la modelo hasta el cementerio.

“Tenía muchos golpes, no parecía ella”, dijeron con tristeza.

Según la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la Ciudad de México, Stephanie se precipitó unos 12 metros desde el techo de donde residía (una azotea), luego de subir por unas escaleras de madera. Sin embargo, antes de este dictamen, el Tribunal Superior de Justicia había dicho que, de manera intencional, la habían matado a golpes.

La encontraron sobre el asfalto desnuda, había perdido algunos de sus dientes, tenía las costillas rotas y el cráneo fracturado.

Lo que se ha podido establecer es que ella estuvo el día antes de su muerte, un viernes, en el Foro Normandía, un establecimiento de eventos privados, junto con una pareja de amigos y que en el baño la encontraron mareada. De ahí salió a las 2:00 de la mañana del sábado junto con ellos.

“Stephanie no se drogaba”. Fue el comentario que se escuchó ayer durante el entierro de la modelo de 23 años, quien partió en mayo pasado rumbo a Ciudad de México, donde espera abrirse nuevos caminos.

Ayer fue sepultada en el Metropolitano del Sur, un cementerio ubicado a la entrada del municipio de Jamundí, en medio del dolor de sus amigos y familiares lanzaron globos blancos al aire para despedirla. Se vio muy poca gente, alrededor de 50 personas.

Su abuelo Manuel Ramírez y su madre, Magali Ramírez, estaban desechos durante la velación.

“Comenzó a hablar sola, dice que para qué vivir, si ya no tiene a sus hijos”, contaron las amigos de la modelo.

Su otro hijo, Julián David Chicué, murió de forma violenta en Brasil, donde también había viajado en busca de un mejor porvenir.

“Solo mira el techo. No quiere que nadie se le acerque a darle el pésame. No acepta palabras de consuelo”, comentaron del estado de la mamá.

Hasta el cementerio también llegaron los tíos de Stephanie Magón Ramírez, procedentes de Ecuador.

La modelo estaba vinculada en Cali con la agencia M&P. En un casting para lograr un contrato con la agencia mexicana New Icon Model Management se impuso ante otras 50 jóvenes.

Debía responder por el costo del viaje y los viáticos, que sumaban unos 43 mil 148 pesos, dinero que pensaba pagar con su trabajo como modelo de protocolo en México. Ahí trabajaría durante seis meses, aunque su meta era quedarse un año.

En medio del dolor y de la molestia por las hipótesis que el común de la gente teje en torno a la muerte violenta de la modelo (como que estaba en malas compañías o se drogaba), sus amigos pidieron a los medios de comunicación de México que insistieran, que no se conformaran con la versión de la PGJ, en el sentido de que la muerte de Stephanie fue accidental.

Según lo que ha trascendido de la necropsia, no había señales de drogas.

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