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La recaptura de Agustín Miranda enfoca las investigaciones de la Procuraduría capitalina para la detención de por lo menos otras cinco personas empleados del Sistema Penitenciario local y del Tribunal Superior de Justicia, pues ahora que el secuestrador está nuevamente tras las rejas ha empezado a revelar algunos detalles que permitieron su fuga.

La investigación se centra también en la participación activa de la esposa de Agustín, la abogada Irma Porras González, con quien tenía comunicación frecuente y de quien se desconoce su paradero. Los primeros datos apuntan a que la mujer pudo gestionar algunos soborno a los empleados que desatornillaron uno de los anaqueles del archivo por el que escaparon, donde dejaron ropa y las pinzas con las que cortaron las rejas.

Incluso, personal del hotel Vista Alegre, donde fue detenido Miranda, señaló que la renta del día la pagaba una mujer —que coincide con las características físicas de Irma Porras—, quien durante los primeros días se hospedó en el lugar, pero luego desapareció, no sin antes dejar pagado todo un mes la habitación en la que se quedaba el secuestrador.

En el expediente criminal de la abogada se destaca que en 2006 se involucró por primera vez con un interno del Reclusorio Oriente de baja peligrosidad de nombre Gabriel Ortiz, alias El Chino o Gigio; un año después logró quitarle dos delitos agravados y en diciembre de ese mismo año el imputado obtuvo su libertad. Con El Chino vivió en una casa en la Colonia Popular, en Ecatepec.

Parte de la investigación que derivó en la captura de su actual pareja sentimental, fue por la vigilancia y el monitoreo de llamadas telefónicas que se hicieron desde dos viviendas en Tultitlán, Estado de México, en la colonia Buenavista, en la calle Loma del Fraccionamiento Parcela, donde Porras estuvo refugiada unos días antes de desaparecer de la ciudad. Las autoridades encontraron que aparentemente Irma Porras opera con una cédula profesional apócrifa que la acredita como licenciada en Derecho por la UNAM. Logró llevar casos de alto impacto que obtenía de los juzgados del Reclusorio Oriente.

Le pisan talones al El Fugas. El mismo grupo de élite de la Policía de Investigación que recapturó a Agustín Miranda, trabaja de igual manera para encontrar a Roberto Sánchez, El Fugas, a quien según agentes cercanos al caso “le pisan los talones”, ya que debido a los círculos de seguridad que se instalaron en las zonas aledañas a la Ciudad de México, no se pudo mover muy lejos.

Mientras tanto, los trabajos y peritajes para determinar cuántas personas y quiénes participaron en esta red de corrupción continúan. Hasta el momento se han consignado a dos custodios encargados de la vigilancia de ambos convictos y se han entrevistado a 25 empleados.

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