La “muerte súbita cardiaca” es aquella muerte natural que ocurre de manera inesperada en menos de una hora de que han empezado las molestias (p.e. dolor en el pecho). Representa de 20 a 30% de las muertes de origen cardiovascular. Cada año en el Instituto Nacional de Cardiología se atienden muchos pacientes, provenientes de todo el país, quienes han tenido un paro cardiaco no fatal, es decir, sobrevivientes de un paro cardiorrespiratorio.

¿Por qué se produce una “muerte súbita”? Aunque existen muchas causas de muerte súbita, el denominador común en la mayoría de ellas es una arritmia maligna, que se llama “fibrilación ventricular”.

¿Cómo funciona normalmente el corazón? El corazón tiene cuatro cámaras, dos aurículas y dos ventrículos, que funcionan como dos bombas independientes, una para el lado derecho y una para el lado izquierdo. Con cada latido, el corazón recibe y envía sangre a todo el cuerpo. Estos latidos se deben a contracciones del músculo cardiaco secundarias a pequeñas corrientes eléctricas.

¿Qué es la fibrilación ventricular? La muerte súbita cardiaca se presenta cuando una alteración eléctrica del corazón hace que no se produzcan latidos o que estos sean completamente ineficaces. Entonces, el corazón deja de cumplir su función, que es bombear sangre. Los principales trastornos del ritmo, que condicionan la muerte súbita cardiaca, son la “taquicardia ventricular” y la “fibrilación ventricular”.

Aunque generalmente estas arritmias malignas se presentan en individuos con corazón enfermo (p.e. aquellos que ya han sufrido un infarto del miocardio o que tienen insuficiencia cardiaca), también se pueden presentar en personas sin ninguna otra manifestación de alguna enfermedad cardiaca, como es el caso de los “síndromes hereditarios de muerte súbita” (p.e. el síndrome de QT Largo).

En el Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”, se han realizado múltiples investigaciones acerca de los mecanismos de la muerte súbita de origen cardiaco. En conjunto con la Sociedad Interamericana de Cardiología, el Instituto forma parte de la “Alianza contra la Muerte Súbita Cardiaca” que, con el apoyo de especialistas, sociedad civil y médico, se dedican a difundir información tanto sobre la muerte súbita como de las medidas o maniobras que puedan apoyar a un individuo ante un suceso imprevisto de paro cardiaco. Debido a que está demostrado que brindar una reanimación cardiopulmonar oportuna aumenta la oportunidad de salvar vidas hasta en un 60%, la Alianza contra la Muerte Súbita Cardiaca promueve ante la sociedad:

1) Adquirir conocimientos sobre reanimación cardiopulmonar, la cual es indispensable para revertir un paro cardiaco. Brindar lo antes posible la reanimación cardiopulmonar mediante “compresiones efectivas” le puede salvar la vida a quien sufre un paro cardiaco. Por ello, los testigos presenciales de una urgencia de este tipo (“paro cardiaco súbito”) deberían conocer cómo realizar reanimación “sólo con las manos”, mientras esperan la llegada de los paramédicos.

2) Fomentar la adquisición de desfibriladores automáticos externos en lugares públicos de gran concurrencia, como sería el caso de escuelas, centros comerciales, gimnasios, oficinas, unidades habitacionales, etcétera.

3) Colaborar con grupos encargados de brindar cursos de reanimación cardiopulmonar así como con fundaciones que buscan apoyar a los enfermos de algún síndrome hereditario de muerte súbita.

Todos podemos sumarnos a esta cruzada cuyo único fin es ayudar a salvar vidas.

Médico adscrito al Servicio de Electrofisiología
del Instituto Nacional de Cardiología
“Ignacio Chávez”, Ciudad de México

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