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Me parece claro que la conversación nacional está centrada en múltiples frentes, todos ellos de gran relevancia. De entrada, está la aprobación de la Guardia Nacional, creo que las cosas se han decantado de tal manera que su aprobación es inminente. Considero normal y respetable que el Presidente quiera configurar su gobierno de la manera que considere apropiada, sin embargo, me parece llamativo que las evaluaciones de expertos y las recomendaciones que, a mi juicio, con honestidad y patriotismo se hacen para mejorar la propuesta, sean tomadas como una impertinencia y una dilación innecesaria. Discutir una y otra vez un tema tan relevante no debería ser visto como pérdida de tiempo y es claro que la mayoría y el gobierno han variado su postura en pocos meses sin dejar del todo claro el proceso de construcción institucional que estiman más adecuado. Subrayo, el Presidente tiene derecho a organizar su gobierno como lo considere, pero no es menor que se pregunte cómo y cuándo se va a desarrollar la policía financiera que va a dar vida a la estrategia de combate al dinero de las organizaciones criminales y sobre todo, cómo nos vamos a relacionar con Estados Unidos.
Me detengo en este punto porque pienso que hay muchas incógnitas. La primera es si la cooperación con EU se va a mantener o va a modificarse radicalmente. Hasta ahora tenemos dos pistas. La primera es que México ha decidido, por propia voluntad, hacer las funciones del tercer país seguro y recibir a ciudadanos de otros países que esperan juicio en la Unión Americana. Queda por definir el alcance y los recursos que se invertirán en este programa el cual combina un sentido de humanidad con cálculo político. Resolverle este problema a EU es, en mi opinión, un buen gesto del gobierno de México que merecería una retribución diferente a la declaratoria de emergencia que ha emitido Trump. La cooperación en América Central es también un punto destacable y positivo de las decisiones que en política exterior ha tomado esta administración. Lo que no alcanzo a ver es de qué manera pretende salir al paso de esta retórica delirante del presidente americano que se obstina en ubicar a México como la fuente principal de su inseguridad. Aquí podemos fingir demencia, pero el imaginario colectivo norteamericano que escucha a su presidente defender la idea del muro va, de manera paulatina, ubicando a México en la categoría de país conflictivo. Es más, si no tuviese una contextualización suficiente, diría que México se ubica en la percepción del americano medio en algo parecido a Irak o a Pakistán y no el vecino cooperativo que ayuda en los dos temas referidos y que además tiene voluntad de suscribir un acuerdo de libre comercio renovado en los términos que propuso Trump.
El Presidente ha dicho que la mejor política exterior es la interior y tiene razón en un punto: la imagen del país depende, en gran medida, de la forma en que funciona éste pero, al mismo tiempo, es inescapable para esta administración ver cómo Trump ha decidido hacer del antimexicanismo su discurso político y por simple cálculo es evidente que en los próximos años profundizará en su disertación monocorde. Y la pregunta es: ¿qué vamos a hacer? ¿Ignorarlo para seguir en nuestros debates de la CRE como si no pasara nada? En mi opinión, la prioridad fundamental en la política exterior es invertir en recursos, talento, diplomacia pública para mejorar la imagen del país, no vendiendo tiernos amaneceres en alguna playa sino contrapesando, en los ámbitos universitario, mediático y político, ese discurso inicuo de que somos la fuente de todos los problemas de EU. La política exterior también se hace con argumentos, soft power y mucho ingenio y no solamente argumentando principios constitucionales o una zorruna pasividad. No somos el enemigo y, por tanto, no merecemos que se declare emergencia en la frontera y que nosotros nos callemos como si esto ocurriera entre India y Myanmar. El discurso va contra nosotros, va en contra de México y no hacer nada puede ser una opción temporal para un gobierno que inicia, pero, de mantenerse todo constante, el implacable tiempo jugará en nuestra contra.
Analista político. @leonardocurzio