La maestra Cecilia Cristina Solís Flores “murió perdonando, murió pidiendo por los que le hicieron daño, murió con el corazón bien limpio”, aseguró el sacerdote Javier Aguilera, capellán de los Colegios Mano amiga, encargado de oficiar la misa de cuerpo presente en memoria de la docente.

—¿Tenían esperanza de regresar a su casa con su familia?

—Sí, había incluso una fecha ya para salir del hospital, prácticamente ya había sido dada de alta Cecy, ya estaban acondicionando su casa para recibirla ahí, pero Dios tenía otros planes (...) le permitió tener este periodo de grande lucidez, para prepararse, para perdonar, para comprender y para dar testimonio de fe y de dolor.

—¿Su familia tiene resignación?

—Hay aceptación activa, lo acabo de percibir estando en contacto con su mamá, es edificante.

Entrevistado en el exterior de las capillas Protecto Deco de Santa Catarina, donde este jueves fueron velados los restos de la profesora, el sacerdote Aguilera relató que lo une una gran amistad con la familia de Cecy y que estuvo con ellos cuando le dieron la noticia de lo que había pasado (durante el ataque del 18 de enero), porque ella no recordaba nada de lo sucedido.

La maestra Cecy fue alumna de uno de los tres colegios de formación católica Mano Amiga, que cuentan con unos dos mil alumnos y son conducidos por los Legionarios de Cristo.

La maestra murió la tarde del miércoles después de ser declarada con muerte cerebral, informó la Secretaría de Salud estatal: “Tras poco más de dos meses de permanecer internada en el Hospital Universitario, donde se le atendía por herida en el cráneo por arma de fuego, la maestra perdió la vida”.

La educadora había sufrido complicaciones y el sábado anterior padeció un infarto respiratorio.

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