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Gómez Palacio

La administración del ex gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera, destinó más de 100 millones de pesos en la compra de 60 mil filtros domiciliarios para remover el arsénico en La Laguna; sin embargo, a la fecha nadie sabe cuántos siguen trabajando, unos no funcionaron, otros fueron vendidos por los usuarios y unos más no gustaron entre la gente.

El programa de instalación se debió a que la zona presenta concentraciones en los pozos de agua mayores a los 0.25 microgramos de arsénico por litro de agua, cantidad máxima permitida por la Norma Oficial Mexicana.

El director de la Comisión de Agua del Estado de Durango (CAED) de la administración entrante, Juan Quiñones Ruiz, confirmó que se instalaron más de 60 mil filtros en Gómez Palacio. No obstante, aclaró que sólo fue en este municipio y no en Lerdo, Tlahualilo y Mapimí, como se dijo en su momento.

La empresa encargada de la instalación fue The Water Initiative de México, que, se supone, daría mantenimiento por cinco años. Después venció la garantía y nadie se hizo responsables de los mismos, aunque Quiñones Ruiz descartó que la empresa fuera la encargada del mantenimiento.

Las instalaciones se llevaron a cabo desde 2011 tanto en la zona urbana como rural y se aplicaron recursos del Programa para la Construcción y Rehabilitación de Sistemas de Agua Potable y Saneamiento en Zonas Rurales (Prossapys), con recursos federales y del Fondo Metropolitano.

Sólo fue considerada la zona de La Laguna de Durango, pues en la parte que se comparte con Coahuila no se utilizaron recursos del Fondo Metropolitano para la misma causa.

El proyecto de los filtros era parte del programa “Agua futura” del gobierno de Durango, con el que se pretendía abastecer líquido de calidad a los duranguenses y reducir el gasto por compra de agua embotellada.

Con los más de 60 mil equipos entregados, se estimaba que cerca de 200 mil habitantes iban a reducir los riesgos de enfermedades por el consumo de agua con arsénico, un metaloide cancerígeno.

Sin embargo, la decisión de instalar filtros domiciliarios siempre causó polémica, sobre todo porque el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua había recomendado el sistema de filtración directa con plantas potabilizadoras, sistema avalado por la Agencia de Protección al Medio Ambiente en Estados Unidos y pese a eso, el gobierno de Durango optó por los filtros, que dicho sea de paso, únicamente tendrían una vida de cinco años.

“Para qué ponían los filtros si ni agua había”, se quejó María de la Luz Pineda, de la colonia Chapala, quien optó por quitarlo. “Ahí lo tengo con los tiliches”, comentó.

La mujer de 50 años observó que el filtro no ‘lubricaba’ porque salía apenas un chorrito y recordó que cuando llegaron a instalarlo, le dieron instrucciones de que al mes lo removiera y limpiara.

De eso hace tres años, pero después ninguna persona llegó a darle seguimiento o limpiarlo. Jamás le dijeron si volverían a revisar el funcionamiento de los filtros. “La realidad es que seguimos comprando agua de garrafón”, dijo la vecina que suma 30 años viviendo en la colonia con problemas de abasto de agua y de arsénico.

Hasta los regalaron. Para Juan Quiñones Ruiz, director del CAED, la compra e instalación de filtros no fue un fracaso, pero sí hubo falta de planeación y una inconsistencia para que los mismos no hayan servido. “Necesitan mantenimiento, si no se les cambia ya no sirven y están en desuso.

“La función de esos filtros la realizan concretamente cambiando el repuesto correspondiente para ir eliminando el arsénico.

“Toda la inversión no sirvió porque no hubo un seguimiento ni de los organismos operadores ni de la Conagua ni de los usuarios. Además la falta de suministros para los mismos repuestos no existen y es un problema”, comentó Quiñones.

Muchos usuarios incluso los regalaron o los vendieron. Gabriela Morales recordó que ella optó por quitar el filtro a los dos meses que se lo instalaron. “Ni salía agua, y cuando salía, sabía feo”, relató.

Ella se dio cuenta de que el filtro no limpiaba bien el agua y veía que se regresaba. En una ocasión, aseguró, sus dos hijos y su esposo se enfermaron del estómago por el agua. “Sabía feo y mejor lo quité”, dijo.

—¿Qué le hizo al filtro?– se le preguntó a Gabriela.

—Se lo regalé a una señora.

A unas casas de donde se halla Gabriela, está la miscelánea de Ramiro Cruz, en la colonia Chapala. Su filtro lo tenía en una bolsa de plástico, arrumbado entre otros objetos guardados.

Narró que en un principio sí lo usaban y funcionaba, pero después empezó a saber “rara” el agua. “No dieron el ancho”, criticó. Al pedir que mostrara el filtro, momento en que regresó su esposa: “¿A poco todavía lo tienen? El mío ya lo regalé”.

Necesario un inventario. Juan Quiñones consideró que los filtros en sí no son malos pero insistió en la necesidad de dar conservación. Sin embargo, a la fecha no hay nada planeado para recuperar los más de 60 mil filtros domiciliarios que se instalaron.

Para el funcionario, se tendrá que realizar un inventario y buscar que el organismo operador de Gómez Palacio dé seguimiento.

“Hay que ver cuántos realmente existen, ver cuántos realmente están en uso. Se tendría que buscar la forma de tener los repuestos correspondientes y que las personas que quieran los vayan adquiriendo”, comentó.

Por lo pronto, la administración actual decidió que invertirá 106 millones de pesos en siete filtros a pie de pozo, incluidas las zonas donde se entregaron filtros domiciliarios. El objetivo, dijo el director del CAED, es instalar en total 17 filtros anti arsénico a pie de pozo.

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