Arizpe.— Luego de que a Zoila Hildegardis López Villa le realizaron varios diagnósticos de gripa, dengue, problemas en la vesícula y de circulación, los médicos de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica y Ambiental de Sonora (UVEAS), que atiende a las personas contaminadas por metales por el derrame de tóxicos de Buenavista del Cobre al río Sonora, decidió enviarla al siquiatra para no reconocerla como afectada.

Los cinco integrantes de su familia tienen problemas de salud, desde que los metales venenosos dejaron a su paso una estela de calamidades a más de 22 mil habitantes de la cuenca del río Sonora.

A pocos días del derrame empezó a padecer dolores de cuerpo y calentura; en el centro de salud le diagnosticaron gripa, se tomó un tratamiento, pero no sintió mejoría. Grupo México envió la unidad móvil de atención a los afectados y ahí le dieron tratamiento por problemas en la orina.

Solicitó una orden de atención médica para Hermosillo, y la encargada de la unidad se la negó. Su salud empeoró y el 9 de septiembre su esposo la trasladó a un hospital de Hermosillo. Le pusieron una inyección para el dolor y le indicaron que sacara una cita, pero como estaban diferidas podría ser revisada hasta dentro de un mes. Perdió la motricidad del cuerpo.

El 4 de octubre su esposo la llevó con un especialista en medicina alternativa y tuvo una leve mejoría.

Después visitó la UVEAS y una doctora le diagnosticó problemas sicológicos; le dijo que como es la menor de 14 hermanos y sus padres no la querían, buscaba llamar la atención de sus hijos y de su esposo, le negó una orden para un barrido de metales en el cuerpo.

En otro estudio le diagnosticaron problemas de vesícula; se la extirparon en un hospital privado donde le cobraron 47 mil pesos.

Fue hasta marzo que Cofepris la visitó y le dio la orden de los análisis, no le salió nada; a su esposo y a uno de sus hijos les salió elevado el cobre. Hace dos meses se realizó el último estudio y le salieron aluminio y cobre en la sangre.

Su esposo presenta problemas de hígado y de riñón, en tanto a ella le mandaron hacer unos estudios de conductividad nerviosa, le informaron que su mal era sicológico y la mandaron al siquiatra.

Ya no volvió a atenderse, ella es dueña de una estética y cada vez siente más torpes sus manos, ya no puede trabajar rápido porque perdió la motricidad. Zoila, de 33 años, expresa: “Me siento cansada, como anciana, las manos me tiemblan”.

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