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Puebla.— Envuelto en la bandera mexicana, deudos del alcalde del municipio de Huehuetlán El Grande, José Santa María Zavala, llevaron el ataúd con los restos del munícipe por los lugares que más frecuentaba.

La casa del edil ultimado con disparos 9 milímetros la madrugada del lunes y que conmocionó al estado de Puebla, fue el escenario para velarlo como dictan los cánones católicos; y en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán recibió el adiós de sus deidades.

Con un incesante sol, mujeres, hombres y niños lo siguieron durante cerca de tres horas e incluso le lloraban a cántaros en la sede del Palacio Municipal, donde se despidió de sus empleados.

“Descansa en paz Presidente Zavalita”, rezaba una manta colocada en el ayuntamiento que se convirtió en un altar en honor al alcalde que llegó de la mano del partido Movimiento Ciudadano, pero que acabó siendo aliado del gobernador Rafael Moreno Valle y del ahora mandatario electo Tony Gali.

En las calles del municipio migrante, el pueblo y su esposa le dieron —con música de banda— su último adiós a ese hombre de carácter fuerte y de constantes confrontaciones políticas, pero que se allegó del cariño de su gente que portaban fotografías con el rostro de su autoridad.

Con flores multicolores en las manos, los habitantes vieron pasar los restos de aquel que vendía plantas y luego ingresó a la política en el Revolucionario Institucional donde se le negó la oportunidad de ser alcalde hasta que se fue a Movimiento Ciudadano.

Sonó el mariachi. Las sombrillas, entre ellas de la campaña del candidato del PAN a la mini gubernatura, sobresalían entre el cortejo fúnebre como un recordatorio de que Zavala operó en sus últimos días para que Acción Nacional refrendara su triunfo.

El mariachi en el panteón municipal fue el colofón de una jornada con la notoria ausencia de políticos, pero una presencia de los lugareños que también exigían justicia para el munícipe que murió en su camioneta Toyota Rav4 sobre la carretera Valsequillo-Tecali, donde los asesinos colocaron piedras —según la versión oficial— para tratar de robarle la nómina que ni si quiera portaba.

Y mientras le aventaban tierra a su ataúd, en la capital del estado el secretario general de Gobierno, Diódoro Carrasco, rechazó que Puebla sea una entidad riesgosa para los ediles.

“No. Tengo un registro de cuatro casos, no de nueve”, aclaró a ser entrevistado durante la firma del acuerdo para garantizar el Derecho a una Vida Libre de Violencia de las Mujeres del Sistema Educativo.

Ratificó que el munícipe asesinado había sufrido un robo previamente y por eso llamó a los presidentes municipales y a cualquier ciudadano a presentar denuncias en el Ministerio Público por algún hecho delictivo.

El funcionario estatal ratificó la versión de la Fiscalía General del Estado que el homicidio tuvo como principal móvil el robo.

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