Juchitán.— Verónica López Vicente limpia minuciosamente el maíz nativo, conocido entre los zapotecas como xuba’huiini’ o zapalote chico.

El proceso que sigue es el mismo todos los días, hasta dejarlo listo para su venta a las mujeres que se dedican a la elaboración del tradicional totopo en la población indígena de Santa María Xadani, localizada en el Istmo de Tehuantepec.

La comunidad se localiza a cinco kilómetros de uno de los ocho bloqueos que mantienen los trabajadores y simpatizantes de la Sección 22 de la CNTE y grupos sociales afines, en Juchitán.

Verónica López es una de las 10 vendedoras de maíz en esta comunidad que cuenta con más de 8 mil habitantes y que tiene un padrón de alrededor de 500 mujeres que se dedican a la producción de totopos.

Desde hace cuatro años, la indígena se dedica a surtir el grano a las totoperas del pueblo, tanto xuba’huiini’ como maíz híbrido (Xuba’roo), que le compra a revendedores de Tehuantepec, Matías Romero y Chiapas.

Antes de los bloqueos magisteriales adquiría cada semana hasta una tonelada de maíz nativo en 5 mil 700 pesos, ofertándolo a las tortilleras a ocho pesos el litro. El maíz híbrido tiene un costo más bajo, porque no sirve para hacer totopos y guisados.

“El señor que me vende el maíz llegó la semana pasada y me racionó el grano; sólo me dejó ocho sacos de 50 kilos cada uno. Cada saco del xuba’ huiini’ me lo dio a 420 pesos, cuando antes me lo daba a 370. Subió el precio.

“ El saco de xuba’roo me lo dio a 330 pesos; antes lo compraba a 270. Él dice que ahora tiene que pagar para cruzar los bloqueos y por eso aumentó, pues yo tengo que subirle, no hay de otra”, explicó la emprendedora mientras revolvía los granos en una coladera.

El grano de Diconsa, sólo para pollos y marranos. A dos casas de Verónica está la vivienda de Laura López Ortiz, una de sus clientas. Ella también se queja del aumento del precio del maíz.

A pesar de ello, la mujer no deja de elaborar 170 tortillas diariamente, aunque la ganancia se reduzca a menos de 100 pesos por el trabajo.

“Antes, el litro de maíz lo compraba a seis pesos; ahora ya subió a ocho pesos, y me dice la vendedora que va subir hasta nueve o 10 pesos. Ahí sí no vale la pena comprarlo, porque no sale la ganancia. Ahora con el bloqueo [de la CNTE] al menos en mi casa no falta tortilla para comer”, se consoló la mujer sin dejar el trajín de la molienda del grano.

Laura no se surte del maíz que Diconsa vende en la tienda número 107 que tiene en el centro del pueblo, porque es un grano híbrido, xuba’roo (maíz grande), que no sirve para totopos.

“Ese maíz no lo compro porque es muy feo, no sirve para las tortillas, menos para los totopos, las tortillas salen gruesas y feas.

“Ese maíz es más para los pollos y los marranos. Algunas [mujeres que muelen] hacen trampa y lo mezclan con el maíz chico [para cocinar]”, comentó durante el ajetreo de la molienda.

“Han abandonado al campo”. La tienda de Diconsa, a cargo de Lucila López desde hace dos años, ya no tiene maíz, harina, ni jabón.

Antes de los bloqueos, Diconsa le surtía de cinco a 10 toneladas de maíz cada dos meses; ahora sólo le llegaron 50 kilos que se agotaron en una semana.

Para Tomás Chiñas, dirigente de la organización Tona Taati, de 800 productores de maíz de 12 organizaciones en cuatro poblaciones del Istmo de Tehuantepec, no hay desabasto de maíz nativo en la región; las que tienen desabasto son las tiendas de Diconsa, pero ese maíz no es utilizado 100% en la dieta de los istmeños.

“Tenemos una producción de autoconsumo; o sea, el maíz nativo es para el consumo regional, por eso no tenemos desabasto. Es una vergüenza lo que dice la Sedesol, que en las comunidades apartadas hay desabasto de maíz, cuando allí es donde debe de existir el maíz para el consumo familiar.

“Han hecho al campesino dependiente de sus programas y han abandonado al campo bajo la falsa idea de que es más barato que lo compre a que lo siembre”, aseguró el productor.

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