Marco Polo Bravo vive en Polotitlán, Estado de México, pero cada domingo hace el viaje de una hora hacia Querétaro para entrenar con los Coyotes, equipo al que pertenece desde hace casi un año.

Relata que hace 20 años, cuando tenía 18, por problemas de cáncer en la rodilla le amputaron la pierna derecha: “Eso me pegó sicológicamente, mi familia me ayudó mucho y con el deporte salí adelante. En un principio me dedique a la bicicleta y a la natación”.

A los 25 años se casó y ahora es padre de dos niños. “La vida debe de seguir, ahora mi inspiración son mis hijos; mi familia ha sido un apoyo fundamental”, afirma.

Para obtener ingresos económicos Marco Polo vende quesos artesanales en su vehículo en Polotitlán, San Juan del Río y Querétaro, los cuales son producidos por sus hermanos en Nopala, Hidalgo.

“Todavía puedo solo”. El jugador más veterano del equipo es Manuel de Santiago Olvera, de 70 años, y quien se dedica a la tapicería en un negocio propio. Perdió una pierna por la diabetes y está dializado.

“Yo juego un poco menos que los demás, mi diálisis me preocupa, me cuido para no caerme, tengo algunas mañas, cuando viene el balón de frente me volteó o meto la cabeza o el hombro”, explica.

Puntualiza que no le gusta que lo ayuden en sus actividades cotidianas “porque quiero demostrar que todavía valgo e incluso yo manejo motoneta”.

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