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Wisilla, Alaska.— “Yo me defino como una conductora de camiones que patea traseros”, dice Lisa Kelly antes de soltar una carcajada; un comentario que, para algunos, podría contrastar con el estereotipo de feminidad.

Rubia, de labios definidos y sonrisa de femme fatale, esta mujer se ha dedicado a romper todo tipo barreras, no sólo por su capacidad al tomar el volante en los caminos más peligrosos del mundo, sino porque ella es una muestra de que las mujeres pueden hacer lo que se propongan y que los juicios de valor no son válidos hoy en día

Se dio a conocer en 2009, cuando el canal History buscaba un nuevo protagonista de su programa Rutas Mortales. La compañía de transporte en la que laboraba —a la que llegó sólo porque “se veía como un trabajo interesante”— la nominó debido a su destreza.

Lo demás es historia: varias temporadas más, un sinnúmero de fanáticos en todo el mundo, buenos contratos y un programa especial que la llevó por el Himalaya, en la India, además de Bolivia y Perú, en Sudamérica.

“Yo no reparo en la diferencia entre ser hombre y mujer, no creo que los géneros nos limiten. Hago lo que tengo que hacer porque me encanta, porque crecí haciéndolo”, asegura Lisa, quien este 2 de septiembre protagonizará la nueva temporada de este reality a las 22:00 horas por History.

“No creo llevar ninguna bandera feminista simplemente porque hago lo que me gusta. La gente en Facebook me dice que los he inspirado, esa es buena señal. Pero honestamente yo solamente me siento una chica que hace lo que le apasiona”.

La mujer de 34 años cuenta esto a EL UNIVERSAL en su rancho de Wisilla, Alaska, una ciudad de unos 8 mil habitantes que la alberga a ella, su esposo Traves, su perro Rampur Jackson (que adoptó malherido en Sudamérica), sus dos caballos y su pony, Rocky.

El mundo que la rodea es algo que no planeó, pero conserva algo de sencillez. Por ejemplo, arriba de su blu-ray tiene un calendario azteca que compró cuando visitó la ciudad de México en 2012; no tiene Smart TV, controla su televisor conectando su computadora y un teclado inalámbrico, desde donde pone música de la banda Maná.

“¿Cuál es el momento que disfruto más? Cuando viajo al Norte de Alaska. Voy en el camino, a las 2 de la mañana, sola, con la naturaleza. Es un tipo de terapia”, comparte en la charla.

No todo es paz y sus seguidores lo saben. Para ella, esa es la clave de Rutas mortales, las contrariedades que atraviesa en caminos sinuosos, lo inesperado que resulta no saber qué se tiene de frente y encontrar la manera de arreglar los problemas son analogías perfectas de la vida.

“El miedo siempre es mi principal obstáculo. Es muy interensante, uno debe aprender a estar ahí, no puedes evadir un obstáculo en la vida o en la carretera, tienes que ser fuerte. Al inicio dices: ‘no creo poder hacer eso’, luego, ‘ok, quizá me tome un minuto’ y, al final, aprendes a controlar tu miedo”.

Llega la hora de demostrar por qué patea traseros: decide salir y aprovechar su enorme patio para dar una muestra de motocross. Su esposo se coloca el traje, mientras ella, sin esperarlo, mueve grandes estructuras metálicas que sirven como rampas.

En cinco minutos demuestra su destreza y grita mientras salta unos 10 metros sobre el aire.

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