Mick, engalanado con un pantalón negro y una camisa azul marino con una ligera apertura en el pecho, abrió el concierto, dueño del escenario. A las 19:06 ya se escuchaba “Look at you now”, del Picture Book, álbum debut de Simply Red en 1985.

A treinta años de existencia, entre los acordes del rhythm and blues, soul y rock, regresaban a sus orígenes para festejar con los fanáticos mexicanos. Razón por la que con esta única fecha en México celebraban su gira “The Return Of Simply Red Big Love Tour”, como parte de su nuevo disco Big Love.

Los fanáticos desde ese momento y hasta la hora y 40 minutos que duró el concierto, no dejaron de corear y bailar las rolas de la banda británica. Muchos incluso no se sentaron ni un momento.

Los aplausos acompañaban los acordes de la guitarra de Kenji Suzuki y el bajo de Steve Lewinson. Y los gritos las palabras en español con las que Mick aseguró que tocarían las canciones favoritas de los fanáticos.

Todos agradecieron “You make me feel brand new”. Uno de los momentos en los que las luces de los celulares acompañaron la música.

Los ojos azules de Mick Hucknall resplandecían en su rostro blanco cubierto con sus perfectos rizos naranjas. Cada que dedicaba una sonrisa a sus fans, irradiaba su diente de oro. Como las que lanzó al cantar “Stars”.

Sin embargo, fue con el sonido de una lluvia de estrellas que se anunció “Sunrise”. Eran las 8:10, una hora después de que había iniciado el concierto. De inmediato los gritos y aplausos aparecieron. Muchos de pie bailaban. Hucknall serpenteaba su cuerpo en un movimiento que iniciaba en la cintura y culminaba en su torso.

Las mujeres en la fila principal brincaban y gritaban sin soltar el celular que registraba cada movimiento del británico: imágenes que subieron a sus redes sociales al instante.

Los músicos, salvo Ian Kirkham, el saxofonista, fungieron como coristas de cada una de las rolas. Mick todo el tiempo los introducía extendiendo la mano y moviéndose ligeramente a un costado para que la gente los viera y también les aplaudieran.

Una mujer, que apenas cinco minutos antes había llegado a su asiento, le preguntó a otra sentada a su lado:

-¿Empezó puntual a las 8?

-A las 7:40 que llegué ya iba la mitad del concierto– le respondió la mujer entre las sombras con un tono de asombro por la pregunta.

Después intercambiaron un breve diálogo donde ambas explicaron su demora: a una la había retrasado la carrera del Medio Maratón “Rock and Roll” Ciudad de México 2016 que hubo en Avenida Reforma y de la que desconocía; a la otra, la que llegó casi al final, unos amigos la habían invitado de último momento y le dijeron que el concierto era a las ocho de la noche.

“Será el concierto más corto al que he ido”, dijo con una sonrisa con la que trató de ocultar su frustración, sin apartar la mirada del escenario como si intentara capturar cada momento que le restara al concierto.

Por su parte, siempre dueño del espacio, Hucknall en varias ocasiones se acercó al filo del escenario para palmear las manos de algunos fanáticos que lograron esquivar la fuerza de los hombres de seguridad.

Tras interpretar “Fairground” e incrementar los gritos de la gente, Simply Red abandonó el escenario por unos segundos.  La oscuridad se iluminó con cientos de luciérnagas que con su luz aclamaban porque la banda regresara; pocos eran los que tenían apagadas las luces de sus móviles con los que gritaban por una canción más.

Un solo del saxofón de Kirkham anunció el regresó de los británicos. La voz en inglés  de Mick lanzó la instrucción: “Vamos a ir a 1985”, año en que la banda se integró, e inició “Money´s too tight (to mention)”, donde todos de pie ayudaron a Mick a cantar.

Después otro momento de silencio para el segundo encore que anunciaba el final de la presentación. Así tras varios gritos clamando por más canciones, mismos que se intensificaban con el silencio, Simply Red regresó al escenario para entonar “Something got me started”.

Mientras, las imágenes de la banda en plena acción y la gente coreando y bailando se intercambiaban en la pantalla.

Pero Mick, en español, informó el final: “Una más”. “If you don´t know me by now” se escuchó y de pronto todo se tiñó de rojo: las luces, las imágenes en las pantallas: era Simply Red. Los gritos y las luciérnagas no se apagaron, mientras Mick registró aquel momento con una panorámica de los fans mexicanos desde su celular.

“Los amo, México. ¡Fantástico!”, dijo sonriente y con todas las luces encendidas se despidió. El resto de la banda hizo lo propio apretando las manos de los fanáticos de primera fila; incluso Kenji Suzuki regaló algunas plumillas. La gente también respondió el gesto y una mujer aventó una rosa que el baterista Roman Roth recogió.

Algunos aún gritaban, pero el final había llegado.

Mientras la gente abandonaba seducida la sala del concierto, en los pasillos del Auditorio Nacional, el puesto oficial del evento vendía las tazas de la banda en 200 pesos, las playeras en 400 y las sudaderas en 600; mientras que en los puestos de la calle, las tazas costaban 50 pesos y las camisas 150.

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