christian.leon@eluniversal.com.mx

La generación que creció a finales de los 50 e inicios de los 60 fue testigo de cómo siete forajidos pistoleros mantenían a salvo el viejo oeste; a ellos, todos de aspecto caucásico, se les conoció como “Los siete magníficos”.

Todo gracias a la película dirigida en 1960 en Jim Sturges, una reversión de la cinta de Akira Kurosawa, Los siete samuráis, estrenada apenas dos años antes. A diferencia del filme de Sturges que mostraba todos los clichés de su época, Antoine Fuqua decidió hacer una nueva versión, apostó por la diversidad y lo políticamente correcto.

Para ello Fuqua llamó a un ramillete de actores de diversas etnias y nacionalidades, entre ellos al mexicano Manuel García-Rulfo, al estadounidense Martin Sensmeier y al asiático Byun-Hun Lee.

Eso sin olvidar a las estrellas de Hollywood Cris Patt y Etham Hawke, todos comandados por Denzel Washington, líder afroamericano en una época en la que la segregación racial imperaba en EU.

En entrevista vía satélite con Fuqua, el cineasta negro explicó que el al ser parte de una minoría desea retratar la diversidad que ha tenido Estados Unidos, aún si eso implicaba ciertas licencias narrativas.

“Sé como son los westerns, crecí con muchos de ellos y eso no impidió que quisiera hacer algo más universal, en el que la diversidad fuera punto clave, porque así es como hoy está nuestro mundo”.

Sin embargo dijo que para el filme, que estrenó este fin de semana en la cartelera nacional, no sintió obligación de pagar cuotas raciales, pero sí de encontrar a los mejores actores de diversas partes del mundo y no sólo de Hollywood.

“Si no hubiésemos encontrado lo que buscábamos en ellos no los traeríamos al set sólo por tener una mezcla de razas, esa no era la intención”, explicó.

Además de esta homogeneidad de etnias, Fuqua explicó que buscó que el filme no fuera ofensivo para nadie, por ello estuvo la exclusión de la palabra “negro”. Y es que Antoine lo creyó innecesario para contar su historia.

“En un punto los escritores y yo lo planteamos y me pregunté cuál sería el punto de hacerlo. ¿Para degradar a una persona? Podríamos llamarle idiota. No creo que tuviera que ser una palabra para degradar su raza lo que tendríamos qué hacer. Es una palabra fea. ¿Cuál es el propósito de la misma? Creo que si no lo haces y apuestas por tener buenos personajes e historia, la gente lo dejará pasar de largo”.

Google News

Noticias según tus intereses