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Pocos cineastas logran con su segundo largometraje pasar a la posteridad y ser considerados como un realizador de culto instantáneo.

Uno de ellos es Gaspar Noé, quien puede jactarse de tener en su corta filmografía uno de los largometrajes más controvertidos y a su vez más respetados por los jóvenes: Irreversible.

No es que el filme se encuentre dentro de los 100 mejores del American Film Institute o que haya ganado algún Oscar, Goya o Palma de Oro, pero ha logrado que a cualquier lugar en donde se pare, Noé sea tratado como un respetable cineasta, al que los jóvenes desean emular.

Para muestra, su reciente visita a México para ser parte de las actividades de Tag CDMX, donde el realizador argentino logró abarrotar el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque.

Los presentes, estudiantes en su mayoría, querían escuchar a Gaspar, deseaban que les compartiera las claves para ser cineasta, aunque pocos esperaban lo que él tenía que decirles.

“Para todos aquellos que quieren dedicarse al cine, tienen que saber esto: lo importante para hacerlo no es estudiar en una escuela de cine o tener técnica, sino ver la mayor cantidad de películas que puedas; lo importante es ser cinéfilo”, aseguró.

Gaspar es reconocido por la crítica por ser provocador, no en vano la escena de violación explícita y la de un asesinato a cuadro en Irreversible, cinta igualmente amada y odiada.

Así que quizá sus palabras sobre no estudiar y cambiarlo por ver películas es una provocación más.

Lo cierto es que la vida de Noé ha sido todo, menos común. El cineasta la califica de “particular”, pues considera que ha sido “un hijo del mundo”.

Eso se puede notar en su corta filmografía ya que ha hecho Seul Contre Tous (Solo contra todos), Enter the Void y su película de 2015 Love.

En todas ellas habla de relaciones amorosas fracturadas.

En entrevista con EL UNIVERSAL, explicó que quizá sea la manera en la que ha vivido la responsable de que dirija como lo hace y que escoja los temas de los que habla.

“Me ha tocado vivir distintas culturas, diferentes lenguajes y pensamientos, eso me ha nutrido e influido en cada uno de mis trabajos, tal vez si me hubiera quedado en un mismo lugar, la manera en la que filmo o las cosas de las que hablo serían otras”, dijo.

A sus 52 años Noé (Buenos Aires, 1963) posee tres nacionalidades, producto de la vida artística de su padre, un pintor, quien se llevó a Gaspar y su madre a vivir a Nueva York para más tarde regresar a Argentina.

De ahí, años más tarde, tras la dictadura de ese país, tuvieron que salir huyendo a París, lugar donde el cineasta pasó su adolescencia y que es el territorio en el que actualmente reside.

“Al recordar mi vida de niño y adolescente, creo que se resume a idas a las salas de cine y videoclubes. Mi madre es una cinéfila y a me inculcó el amor por las películas, creo que ahí estuvo mi verdadera fascinación y mi amor por hacer cine, y creo que eso no te lo dará nunca ninguna escuela, la experiencia es la que te pone en el camino”, dijo.

Eso también lo ha llevado a buscar para sus trabajos a grandes actores por encima de grandes nombres, lo cual le ha permitido trabajar con reconocidos histriones como Mónica Bellucci y Vincent Cassel. “Casi siempre elijo a mis protagonistas de acuerdo con su carisma para un personaje, nunca optó por si son más conocidas o no”.

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