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En diciembre de 1930 el cineasta ruso Serguéi Eisenstein llegó a Guanajuato para filmar el que él denominaba “uno de sus proyectos más ambiciosos y más personales”, el cual irónicamente nunca llegó a concretar.

Lo que sería un rodaje de dos meses se terminaría convirtiendo en una travesía artística, amorosa y sexual que hizo que el realizador soviético, creador de cintas como El acorazado Potemkin y La huelga terminara enamorado de la ciudad y de su gente.

Sin querer abandonar el país, y dejando a un amor en él, Serguéi fue obligado a regresar a su natal Rusia, siempre con México en su mente.

Su travesía inconclusa y que lo llevó a filmar más de seis kilómetros de película se transformaría en la cinta ¡Que viva México!

Ocho décadas después de la partida de Eisenstein, Peter Greenaway se dio a la tarea de recorrer aquellas calles, iglesias y monumentos que enamoraron a Eisenstein. ¿El motivo? Quería descubrir por qué uno de sus cineastas favoritos se había maravillado con la pintorezca ciudad mexicana.

El resultado: Eisenstein en Guanajuato, filme que por unos momentos parecía que tendría el mismo destino que el largometraje del director soviético, pues entre problemas para su financiación y decidir los pasajes precisos que quería retratar, tardó más de cuatro años en poder terminarla.

“Para mí Eisenstein siempre ha ido uno de los mejores cineastas que el mundo ha tenido, uno de los pocos artistas que entendían el cine, tenía una capacidad enorme para ver más allá, para estar adelantado a su época”, dijo el realizador.

Es por ello que Greenaway buscó —al igual que lo hiciera Serguéi cuando llegó a México—, separarse de las grandes distribuidoras, descomunales financiamientos y las súper estrellas, todo en pro de mantenerse fiel a su historia y lo que ésta aportaría al séptimo arte, aún si esto no significaba un éxito comercial.

“Esta película narra esta historia de amor que Eisenstein vivió con otro hombre en México y como él y la ciudad lo marcaron y definieron mucho de lo que el hizo hasta el final de sus días”, explicó del filme estrenado este fin de semana.

Para el director de 73 años, el largometraje es una viñeta libre y sin censura con la que quiso plasmar el choque cultural que significó la estadía del artista ruso en México. “La idea de que haya llegado a filmar ¡Qué viva México! para mí es secundaria, lo importante es ver y descubrir como todo lo que vio y vivió en este país lo marcó”.

La película, que cuenta con la participación de los actores mexicanos Maya Zapata, Lisa Owen y Luis Alberti, así como del finlandés Elmer Bäck (quien da vida al realizador ruso), relata los 10 días que Sergei Eisenstein estuvo en Guanajuato.

En su estancia en México el cineasta dio rienda suelta a su imaginación, a su talento, pero también a su sexualidad, además de ser cautivado por la celebración del Día de Muertos.

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