El mayor robo de la historia de la banca mexicana se consumó de forma insospechada y se mantiene sin las respuestas pertinentes. De manera adicional, los responsables han logrado por lo pronto evadir a las autoridades, lo que hace doblemente grave el delito cibernético atestiguado hace más de una semana. Mientras tanto, permanece en juego la confianza hacia el entramado financiero.

Al respecto, EL UNIVERSAL publica este día elementos para comprender mejor lo que sucedió alrededor de este fraude. En principio, destaca la forma en que las autoridades desconocieron las primeras señales de alerta que ocurrieron desde 2017; en segundo lugar, la falta de medidas preventivas ante dichos avisos, y por último, la desatención sobre los sistemas de seguridad para proteger el sistema bancario. Todo indica que el fallo fue general.

Como se da cuenta en estas páginas, por lo menos desde octubre del año anterior surgieron las primeras evidencias de robos de dinero por medio de ataques al sistema financiero. No hubo un ensayo del robo, sino varios en distintos momentos. Está a la vista que el hurto de cientos de millones de pesos del sistema financiero se consumó con éxito para los delincuentes, sin embargo vale la pregunta: ¿por qué no se actuó en consecuencia desde las primeras sustracciones de recursos?

En el camino, además, ha sido evidente la negligencia de la Comisión Nacional Bancaria de Valores (CNBV), organismo que se encarga entre otras cosas de velar por la seguridad del sistema bancario. Esta casa editorial publicó ayer información relativa a una inversión de 154 millones de pesos que realizó este organismo con el fin de renovar su centro de cómputo, debido a que desde entonces existían riesgos a la seguridad.

Desde hace por lo menos dos años, el organismo garante de la seguridad informática del sistema bancario estaba en una posición vulnerable, invirtió para resolver el problema y no lo consiguió, lo que indica que hubo omisión o desinterés para atender esta situación. Más aún, la investigación y el fraude de hace unos días revelan que la situación endeble persiste.

Con todo, las autoridades financieras siguen sin ofrecer respuestas certeras a lo que ocurrió. Las dudas sobre el modus operandi, el personal que participó en el robo y las consecuencias de estos hechos merecen explicaciones públicas más abundantes. En el fondo, la confianza en el sistema bancario está en entredicho.

El hecho cuestiona las garantías que hay sobre la seguridad del patrimonio de las millones de personas bancarizadas y que utilizan diariamente estos sistemas financieros. Las autoridades no solo deben explicaciones sino encontrar a los responsables, de lo contrario la desconfianza seguirá en el ambiente. No es poco lo que está en juego.

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