A casi tres meses del sismo del 19 de septiembre pasado, no están del todo claros los daños que ocasionó en la Ciudad de México. Frente a ello, el proceso de reconstrucción de la capital está en marcha, aunque como era previsible, los recursos públicos e institucionales no han sido suficientes para satisfacer las apremiantes necesidades de aquellos que vieron trastocada su vida en algún sentido.

El proceso de reconstrucción no terminará en el corto plazo, sin embargo la coordinación de las autoridades locales y federales en la materia es fundamental para acortar los tiempos. El criterio detrás del trabajo conjunto entre gobiernos es dar respuesta a los damnificados y a los derrumbes ocurridos en la Ciudad, trátese de viviendas o de construcciones públicas.

Una de las obras escultóricas más emblemáticas de la capital, el Monumento a la Madre, ubicado en la delegación Cuauhtémoc, sufrió severos daños a partir del sismo del 19 de septiembre. De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), debido a la magnitud de lo ocurrido, no fue posible trasladar la obra, por lo que será restaurada en el sitio. Ante ello, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), instancia federal, indicó que lo sucedido con la obra no le compete.

Los monumentos son parte no sólo del paisaje urbano de una ciudad, sino que tienen relevancia cultural en tanto que ponen de manifiesto aquellos elementos, conceptos y personajes que son significativos para una comunidad determinada. En particular, los gobiernos federal y local deben incluir al Monumento a la Madre entre los planes de reconstrucción de la Ciudad de México, así como el INBA no puede renunciar a las responsabilidades que este caso le implica.

Contrario a la actitud que ha asumido el INBA, es necesario que los gobiernos unan esfuerzos para que la reconstrucción de las zonas afectadas por el sismo se dé en el menor tiempo y en las mejores condiciones posibles. Se sabe que es un proceso que llevará años concluir, por lo que es preciso que cada actor involucrado y en posibilidades de sumar lo haga con total disposición. Es para beneficio de todos.

En la agenda todavía hay daños que contabilizar, damnificados por atender, construcciones por demoler y otras tantas por reparar. La labor de reconstrucción es ardua y requiere visión amplia para darle a cada dimensión de la misma su propio lugar, incluido el aspecto cultural. Lo que se pide a las instituciones públicas es apostarse por entero al proceso y no escatimar recursos al esfuerzo. No es tiempo de mezquindades.

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