Ellos no pidieron vivir en Estados Unidos, sin embargo se encuentran allí desde que tenían 2, 3 o 4 años. Llegaron sin documentos a ese país porque sus padres emigraron en busca de condiciones de vida mejores de las que tenían en su lugar de origen. Son de varias nacionalidades, pero los mexicanos son la mayor parte de esa comunidad.

Se han educado en escuelas estadounidenses y sus equipos deportivos favoritos son los de las ligas de ese país. Muchos siguen las tradiciones de los países de sus padres, pero se han compenetrado en la cultura estadounidense. La mayoría incluso no ha vuelto a visitar la nación donde vieron la primera luz. El ex presidente Barack Obama los describió como estadounidenses “en su corazón, en sus mentes, en todas las formas posibles, salvo en una: sobre el papel”.

Hace dos años fueron sacados de las sombras por el programa DACA, que ofreció permisos migratorios temporales a los jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos antes de los 16 años. No fue gratis, pagaron casi 500 dólares por el trámite. Ayer el gobierno de Donald Trump puso fecha de caducidad al programa: seis meses. Al final de ese plazo no podrán renovar sus permisos y el Congreso estadounidense tendrá que elaborar una nueva ley que reemplace al programa.

La incertidumbre retorna nuevamente para cientos de miles de jóvenes. ¿Podrán los legisladores republicanos y demócratas llegar a acuerdos en el tema migratorio al que llevan años dando evasivas? ¿Tendrán la capacidad de entender que la deportación —en especial para este sector de la población— no es la respuesta adecuada?

Los jóvenes que resultarán afectados no están solos, tienen el apoyo de universidades y gigantes tecnológicos como Microsoft, Apple y Facebook, los cuales han destacado la importancia que tienen los llamados dreamers para seguir contando con una ventaja competitiva global.

Con esa decisión, el gobierno estadounidense parece ir en contra de una de las prácticas que lo consolidaron. Olvida que es una nación que hace más de un siglo se forjó con el arribo de inmigrantes irlandeses, alemanes, polacos, italianos, y que en los últimos años ha recibido oleadas migratorias de América Latina, Asia y África.

Para los cientos de miles que se han acogido al DACA, Estados Unidos ha sido su único hogar, contribuyen a la riqueza de esa nación, estudian y trabajan de manera honesta, y por su misma condición, tratan de llevar un comportamiento íntegro. Desde su llegada no han hecho nada mal, han dado todo por un país que ya consideran suyo y no deberían recibir una bofetada en reciprocidad. Trump vuelve a dar un mensaje equivocado.

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