En un país con carencias sociales y con falta de infraestructura como el nuestro generar profesionales de calidad se vuelve una necesidad apremiante. Se requieren ingenieros, médicos, científicos, educadores, que contribuyan a terminar con atrasos de décadas en diversas regiones de México.

Ellos deben convertirse también en piezas fundamentales para devolver la normalidad en comunidades afectadas por los sismos de septiembre pasado. Vastas zonas reclaman nuevas construcciones que tomen en cuenta los riesgos de todo tipo que puedan enfrentar las poblaciones, y es con la participación de profesionales que podrá lograrse de manera rápida.

La fórmula la esboza hoy en entrevista con EL UNIVERSAL el ingeniero Sergio Alcocer: “El ingeniero civil debe intervenir para resolver las necesidades de las poblaciones y eso se traduce, en el caso del Instituto de Ingeniería de la UNAM, con un compromiso social en la investigación, con clara vinculación con los problemas de la sociedad”.

Cada facultad e instituto de las distintas universidades públicas que hay en el país tiene la obligación moral de involucrarse con los problemas de cada región y trabajar en conjunto con la comunidad en su solución.

Las zonas más golpeadas por los sismos fueron Oaxaca y Chiapas, dos de las entidades con mayor atraso en obras públicas. La trágica coyuntura debe ser aprovechada para que se detone en esos estados un desarrollo de la infraestructura desde caminos y puentes hasta puertos marítimos.

Para Alcocer, que hoy ingresará como miembro extranjero a la Academia Nacional de Ingeniería de Estados Unidos, la adecuada planeación permitirá reducir las desigualdades que actualmente existen entre el sur y el norte del país; desde su perspectiva, es obligado que a la definición de planes de desarrollo se sumen los sectores que harán uso de la infraestructura como el educativo, el de salud y el de carreteras.

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