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Varias y de todo tipo son las acciones que se han tomado para contener el consumo de cigarrillos en el país: mayores impuestos, restricciones de venta y de publicidad, pictogramas en las cajetillas que muestran los estragos que ocasiona fumar tabaco e incluso cambios en la ley para proteger a los no fumadores.
A pesar de lo anterior, los datos más recientes que arroja la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017 muestran que el hábito de fumar no cede, por el contrario se incrementó ligeramente de 2011 a 2016 entre la población de 12 a 65 años, al pasar de 17% a 17.6%. De igual forma, el promedio de consumo de cigarros por día pasó de 6.5 piezas en 2011 a 7.3 al cierre de 2016.
De los frentes en los cuales se está combatiendo esta adicción hay dos que destacan por su vulnerabilidad: la venta de cigarros sueltos y la venta a menores de edad. Aunque por ley ambas situaciones están prohibidas, las tienditas de barrio, los puestos ambulantes y los vendedores que se encuentran en los altos de los semáforos ofrecen sin inhibición la venta por unidad, no por cajetilla, y sin importar la edad del cliente.
La encuesta realizada la Comisión Nacional contra las Adicciones, el Instituto Nacional de Psiquiatría y el Instituto Nacional de Salud Pública señala que casi la mitad de los 14.8 millones de mexicanos que se consideran fumadores adquirió cigarros sueltos el año pasado.
Esta situación representa una puerta abierta para ingresar de manera fácil al tabaquismo. Para quien se inicia en esa adicción siempre será más fácil adquirir un cigarrillo de cinco pesos que una cajetilla de 40 o 50.
Otro de los frentes que se encuentra en riesgo es el incumplimiento de las leyes para fumar en espacios cerrados. En la información que hoy publica EL UNIVERSAL hay testimonios de clientes de restaurantes y bares que mencionan que en ciertas zonas algunos establecimientos relajan las restricciones minutos antes de cerrar y permiten fumar. Expertos alertan también sobre el riesgo de que se revierta la normatividad, como en el estado de Nuevo León, donde los restauranteros están presionando por recuperar espacios para fumadores.