Debatir, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, es “Discutir un tema con opiniones diferentes”, o “Luchar o combatir”. Bajo estas definiciones, difícilmente podríamos llamar debates a los ejercicios que se han realizado durante las últimas campañas electorales en nuestro país.

Lo que el INE, y antes el IFE, organiza, lleva a cabo y presenta como debates políticos entre candidatos, indudablemente está lejos de realmente serlo. Debido al formato acartonado y frío que han tenido los últimos ejercicios de este tipo realizados en nuestro país —como los del pasado proceso electoral en el Estado de México, por ejemplo, en el que los candidatos no podían interactuar directamente entre ellos y más que discusión pareció un peloteo de preguntas y respuestas— la posibilidad de realmente debatir queda simplemente anulada.

Esto viene a cuento porque ayer la Comisión Temporal de Debates del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó la realización de tres debates presidenciales para los comicios de 2018.

Sobre el formato de los mismos, de manera ambigua el INE anticipó que los moderadores tendrán una “participación activa”, podrán interactuar de manera directa con las y los participantes, preguntar improvisadamente y solicitar explicaciones de algún punto particular. Será posible la coparticipación de dos o más moderadores durante un mismo ejercicio, quienes deberán propiciar que la discusión se centre en los candidatos y sus propuestas.

Los debates versarán sobre temas previamente establecidos y existirán preguntas generales, específicas o personalizadas sobre el tópico de la discusión. Hasta aquí bien.

Sin embargo, un detalle a considerar, y con ello volvemos al planteamiento inicial, es que, de nueva cuenta, el INE evitará que existan bloques de discusión libre en los encuentros, con lo cual, nuevamente, se imposibilitará la realización de un verdadero debate. Además, sobre la —muy importante— participación directa o indirecta de la ciudadanía, el INE sólo informó que se contemplan “diversos mecanismos” para garantizarla, pero no se precisaron los mismos. Habrá que ver.

Aún está por definirse plenamente el formato de estos tres debates, pero queda claro que se necesita una seria reforma en su estructura, contenidos y formas de presentación. En el INE deben entender que la sociedad necesita nuevos esquemas para estos eventos, que hoy más parecen reality shows que espacios de deliberación de propuestas políticas.

En suma, para que resulten en un verdadero ejercicio democrático, que además sea entretenido y de interés para la sociedad, los debates deben tener dinamismo, flexibilidad, de una moderación activa y que, simplemente, se discuta de verdad

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