Se ha vuelto común recibir en correos personales promociones o mensajes de compañías con las cuales nunca se ha tenido contacto. Es frecuente también recibir llamadas telefónicas a aparatos fijos o móviles, de firmas interesadas en ofrecer algún producto. Tampoco es extraño recibir correspondencia personalizada de empresas con las que nunca ha existido acercamiento. Los datos personales se han vuelto un atractivo botín especialmente para las empresas comerciales, a pesar de que existe una ley que debe proteger de su mal uso.

Por su función, el Instituto Nacional Electoral es una de las instituciones a la cual los mexicanos confían información personal. Pero esos datos no están solo en manos del INE, los partidos políticos tienen acceso a ellos… Y es ahí donde se ha documentado el desvío de la información.

En 2016 se conocieron al menos dos casos de filtración del listado nominal de electores. En abril de ese año, el INE dio a conocer que más de 93 millones de datos de mexicanos se encontraban en el sitio de Amazon; Movimiento Ciudadano admitió que la copia publicada era la suya, pero que su difusión sólo fue posible mediante hackeo. El descuido representó una millonaria multa para el partido.

Semanas después, en otro sitio, se acreditó una segunda filtración pero ahora de cerca de dos millones de datos de ciudadanos de Sinaloa. Años atrás, también se conoció que el padrón electoral llegó a estar a la venta en el barrio capitalino de Tepito.

Ahora EL UNIVERSAL da a conocer que el INE tiene registradas 4 mil quejas contra partidos políticos por afiliar a ciudadanos sin que éstos lo sepan. ¿Cómo lo hacen? Por el acceso que tienen a los datos de millones de ciudadanos.

Los descubrimientos son en su mayoría fortuitos. Aspirantes a formar parte de algún consejo distrital o local o integrantes de distintos Organismos Públicos Locales Electorales han sido rechazados para ejercer sus cargos por aparecer como militantes de partidos, sin haber solicitado su afiliación.

Casos como los que hoy se revelan sólo vienen a confirmar el desinterés de prácticamente todos los partidos por respetar la legalidad. En la selección de candidatos a distintos puestos de elección, la democracia estuvo ausente, a pesar de que los partidos deberían ser los primeros en promoverla. En cuanto a los datos personales, abusan de la información en su poder para inflar sus padrones de militantes.

La consolidación democrática aún está lejos de concretarse con partidos políticos que un día sí y otro también incurren a la trampa o tergiversan la ley para lograr sus objetivos.

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