Desde hace más de 19 años Venezuela solo ha tenido dos presidentes: uno, pupilo del otro; ambos con la misma línea ideológica, la de impulsar una revolución bolivariana que recurre a conceptos que parecían superados, como “luchar contra el imperialismo” y establecer una “sociedad socialista”. Los menores de 20 años (aproximadamente una cuarta parte de la población) no han tenido la oportunidad de conocer otra forma de gobierno ni lo que es la completa libertad de expresión.

En los últimos años, a la convulsa situación política se agregó un recrudecimiento de la crisis económica. El país ha presentado una carestía de precios no vista en la historia latinoamericana. El Fondo Monetario Internacional ha pronosticado que este año la inflación será de un millón por ciento.

Los relatos de carencia de insumos en hospitales y de supermercados vacíos se volvieron comunes. Como era previsible, el tema económico repercutió de manera profunda en el nivel de vida de los venezolanos ocasionando ahora una crisis social.

El número de venezolanos desesperados que abandona su país en busca de un mejor futuro se ha multiplicado ocasionando una crisis regional. Brasil, Colombia, Ecuador y Perú se han declarado en emergencia ante el masivo ingreso de personas provenientes de Venezuela, lo que comienza a ocasionar problemas de salud. En algunas ciudades fronterizas se han desatado choques por pobladores que rechazan el arribo de migrantes. Organismos internacionales han cifrado en 2 millones el número de venezolanos que salieron de su país en los últimos tres años.

En este río revuelto, en el que millones de personas se encuentran sin empleo, sin dinero y con hambre, las bandas criminales se han convertido en partes ganadoras. Redes de narcotraficantes, principalmente colombianas, aprovechan la situación y reclutan a migrantes para efectuar contrabando hormiga de droga hacia países como Estados Unidos, Guatemala, España o Francia. Otros grupos engañan a mujeres venezolanas con empleos bien pagados fuera de su país, pero en realidad se trata de redes de explotación sexual. México ha sido uno de los destinos.

La tragedia humana está desbordándose cada día que transcurre. Por el número de venezolanos que emigran, se corre el riesgo de que las naciones receptoras no tengan la capacidad para atenderlos y causen una desestabilización regional. A pesar de que la crisis se ha agudizado desde hace tres años, apenas la próxima semana habrá una reunión regional. Ojalá no sea demasiado tarde.

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