Melbourne.— El suizo Roger Federer se regaló una nueva oportunidad, quizás la más inesperada, de luchar por su Grand Slam número 18 y ya espera rival en la final del Abierto de Australia.

El ex número uno tumbó a su compatriota Stan Wawrinka por un trepidante 7-5, 6-3, 1-6, 4-6 y 6-3 para acceder con 35 años a otra final de un grande, nada menos que la vigésimo octava de su carrera.

Y el partido por el título del domingo podría suponer el regreso del gran clásico del tenis, un duelo Federer-Nadal. Para ello, el español debía ganar al búlgaro Grigor Dimitrov en la otra semifinal, que se disputó en las primeras horas de hoy.

“Me siento increíble. Ni en mis mejores sueños me imaginé llegar tan lejos en Australia. Y ahora tengo dos días libres antes de la final, es increíble”, celebró Federer, que regresó en Australia al circuito tras una larga lesión de rodilla como número 17 del ranking.

Y aunque acabó ayer con algunas molestias en la ingle, el suizo aseguró que no ahorrará ni un gramo de energía en la final. “Si tengo que estar después cinco meses sin andar, no importa. Lo daré todo”.

Federer, cuatro veces campeón en Australia, intentará el domingo estirar su propio récord de 17 Grand Slam y ampliar la ventaja sobre Nadal y Pete Sampras, que le siguen con 14. El último grande que ganó el jugador nacido en Basilea fue en Wimbledon 2012 y desde entonces perdió las tres finales que disputó.

Considerado por muchos como el mejor de todos los tiempos, Federer convirtió casi en algo cotidiano el hecho de disputar finales de Grand Slam, pero la de Australia 2017 es sin dudas una sorpresa mayúscula.

El torneo de Melbourne es el primero que disputa Federer desde que fuera eliminado en julio de 2016 en las semifinales de Wimbledon. Una lesión de rodilla le obligó a poner fin a la temporada unas pocas semanas después, colocando enormes signos de interrogación sobre su futuro.

Federer regresó con 35 años de la lesión más larga de su carrera en un Grand Slam. Lo hizo como número 17 del mundo y admitiendo que tenía pensando alcanzar los octavos de final, quizás los cuartos. Pero está en la final después de eliminar a tres “top ten” en el camino: el checo Tomas Berdych en tercera ronda, el japonés Kei Nishikori en octavos y ahora Wawrinka en semifinales.

Y ahora podría medirse en la final con Nadal, otro tenista golpeado en 2016 por una lesión de muñeca. La final soñada por casi todos los aficionados, una quimera hace apenas unas semanas, estaba a un partido de hacerse realidad.

“Hace unos pocos meses estábamos inaugurando la Academia de Rafa en Mallorca y hablamos de jugar un partido caritativo. Estábamos los dos lesionados, yo de la pierna, él de la muñeca. Recuerdo que estábamos jugando con unos juniors y diciendo: ‘¡Esto es lo más que podemos hacer!’”, bromeó un Federer que se resiste al paso del tiempo.

Campeón de Australia en 2004, 2006, 2007 y 2010, Federer se convirtió a sus 35 años y 174 días en el tenista de más edad en llegar a la final de un Grand Slam desde que Ken Rosewall jugara la del US Open 1974 con 39 años y 310 días.

La victoria ante Wawrinka —ante el que nunca perdió en cancha dura— le asegura además a Federer escalar hasta el puesto 14 del ranking. Si gana el título, subirá hasta la décima posición.

El de ayer no fue sin duda el mejor partido de Federer en el torneo. El duelo fue una mezcla constante y sucesiva de puntos para quitarse el sombrero y fallos groseros.

Dueños de dos de los reveses más vistosos del circuito, los suizos plantearon el partido al ataque.

Las 15 mil personas que llenaron la cancha Rod Laver en la fresca noche de Melbourne tenían claro desde el principio quién era su favorito. Federer se llevaba los ánimos, los gritos de aliento.

Y aunque todo se le puso de cara con dos sets de ventaja y Wawrinka algo desesperado —partió una raqueta en dos cuando entregó su saque en el segundo parcial—, Federer estuvo a punto de dejar ir el tren.

El ex número uno salvó dos pelotas de break en el inicio del quinto set y justo después aprovechó una doble falta de Wawrinka para romper y recuperar el mando del partido. Federer restó después importancia al hecho de perder dos sets y destacó que aguantó otra vez en un quinto, como ante Nishikori en partido de octavos.

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