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La faena que realizó Morante de la Puebla ayer con el toro “Peregrino” de Teólfilo Gómez pasará a los anales de historia de la Plaza México como una de las más bellas que jamás se hayan visto en ese escenario. Con la inspiración a flor de piel, el esteta sevillano bordó el toreo en una creación etérea y eterna.

Los muletazos con hondura y sello personalísimo provocaron una positiva conmoción entre los espectadores. Hubo pinceladas de pinturería, salieron de los más recóndito de su ser para adornar esta imborrable manifestación de arte.

Semejante faenón merecía las orejas y el rabo, pero incomprensiblemente el juez Jesús Morales concedió únicamente las dos orejas del nobilísimo ejemplar queretano.

Es verdad que cuando se torea de esa manera, con tanta calidad y abandono, resulta irrelevante el corte de orejas. Pero así mismo es lamentable que la autoridad no haya tenido la sensibilidad para aquilatar la gran belleza de la faena morantista.

José María Manzanares alcanzó importantes momentos aislados con dos toros bajos de raza mientras que el mexicano Gerardo Rivera , que confirmó su alternativa, estuvo digno en la plaza, pero desaprovechó la brillante oportunidad de cortarle una oreja al primero de la tarde.

Se lidió un encierro disparejo de presentación de la ganadería de Teófilo Gómez destacando por su enorme calidad y nobleza los corridos en primero segundo y cuarto lugar.

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