Louisville, Kentucky.— Descansa en paz Muhammad Ali. Pero antes de eso, el legendario boxeador volvió a sacudir al mundo como muchas veces lo hizo.

Ali recorrió por última vez su ciudad natal —pasó frente a la pequeña casa rosa donde creció y el museo que lleva su nombre— mientras cientos de dolientes a lo largo del camino elevaban sus puños y gritaban “¡A-li!, ¡A-li!”, muestras de que el estadounidense fue, es y será el campeón del pueblo.

Un coche fúnebre llevó el ataúd rojo cereza de Ali, cubierto con un tapiz islámico, hasta el cementerio Cave Hill de Louisville en una larga línea de limusinas negras tras un recorrido de 30 kilómetros a través del bulevar Muhammad Ali, que fue sombrío y exuberante a la vez.

Una ceremonia privada a un lado de la tumba se realizó por la tarde y era seguida por un gran servicio conmemorativo en una arena deportiva llena de celebridades, atletas y políticos, incluidos el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el comediante Billy Crystal, el senador Orrin Hatch, el director de cine Spike Lee, la ex estrella de la NFL Jim Brown, Arnold Schwarzenegger, el famoso ex futbolista David Beckham, Whoopi Goldberg y Kareem Abdul-Jabbar.

Cuando el servicio interreligioso se puso en marcha en el KFC Yum! Center, la multitud de más de 15
mil personas empezó a aplaudir y gritar “¡A-li!, ¡A-li!”, apenas el líder
religioso musulmán daba la bienvenida a la audiencia a “la casa
del campeón”.

Ali, el atleta más seguido y controversial del siglo 20, murió el viernes pasado a los 74 años, luego de una batalla contra el Parkinson.

El féretro fue puesto en la carroza fúnebre afuera de la funeraria mientras un grupo de portadores del mismo, que incluía a los ex campeones de boxeo Mike Tyson y Lennox
Lewis, así como el actor Will Smith, esperaban en línea junto con los nueve hijos de Ali, su esposa, dos de sus ex esposas y otros miembros de la familia.

Mientras la larga fila de limusinas negras pasaba rumbo al cementerio, el público gritaba como espectadores de alguna de sus peleas, paraban los autos, sostenían teléfonos y carteles, corrían al lado del carro fúnebre y se acercaban a tocarlo. Se lanzaron tantas flores al parabrisas que el conductor tuvo que retirar algunas para ver el camino. Otros se quedaron en silencio y observaban con veneración el paso del campeón.

Ali eligió el cementerio, que está en el Registro Nacional de Lugares Históricos, como su lugar de descanso final hace una década. Sus 130 mil tumbas representan un quién es quién de Kentucky, incluido el coronel Harland Sanders, fundador de Kentucky Fried Chicken.

El presidente Barack Obama no pudo hacer el viaje debido a la graduación de la secundaria de su hija Malia. Valerie Jarrett, asesora senior de la Casa Blanca, planeaba leer una carta de Obama en el servicio.

El portavoz de la familia, Bob Gunnell, dijo que la lápida sencilla estará en consonancia con la tradición islámica.

El propio Ali decidió hace años que su funeral estaría abierto a los aficionados ordinarios, no sólo a los VIP. Como resultado, miles de boletos gratuitos estuvieron disponibles y se agotaron en una hora.

Decansa en paz el más grande del boxeo. 

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