Terminó el dominio del “matamexicanos”. Francisco ‘Bandido’ Vargas (23-0-1, 17 KO) vino de una pelea que tenía perdida para sacar fuerza de flaqueza y destronar al japonés Takashi Miura (29-3-2, 22 KO) que sumaba cuatro mexicanos doblegados en fila. Con ello, Vargas se convirtió en campeón superpluma del Consejo Mundial de Boxeo.

Con el ojo cerrado a punto de visitar por segunda vez la lona, con doble cortada y en un escenario que parecía fatídico, logró una combinación de golpes única para revertir la pelea y provocar que el réferi le detuviera el combate en el noveno y, así, proclamarse como vencedor sobre el ring del Mandalay Bay ante la locura del público mexicano que se dio cita.

“¡Soy el campeón!, ¡soy el campeón!; Mi sueño se cumplió. Esto lo trabajé toda mi vida y por fin se vuelve realidad. Sabía que Takashi iba a ser duro, por algo era el campeón pero di todo de mi parte para vencerlo”, expresó Vargas, con la poca energía que le quedaba aún sobre el ring.

Al inicio del combate, un jab conectó con solidez el rostro de Miura con tan violencia que sus piernas se tambalearon. Vino un segundo castigo al rostro del nipón, pero Takashi tuvo la virtud de mantener la vertical ante los ataques feroces del Bandido que sintió cerca el nocaut apenas en los primeros minutos de la pelea.

La situación cambió de un asalto a otro. Para el segundo episodio, el nipón le provocó una profusa cortada al capitalino en el pómulo derecho que fue atenido oportunamente por el poblano Rafael García, que se sumó a la esquina de Vargas para esta pelea titular.

El choque de rodillas y los constantes pisotones fueron inevitables. Las guardias encontradas de ambos pugilista, su estilo de no dar un paso para atrás, pagó factura para ambos contendientes. Con el paso de la pelea, el japonés se afianzó más sobre el ring del Mandalay Bay.

Para el cuarto asalto, el ex olímpico visitó la lona. Cayó de espaldas en una esquina neutra con un izquierdazo del nipón cuando el mexicano había bajado la guardia. En las gradas se dejaron escuchar un pequeño grupo de no más de 100 aficionados japoneses que cruzaron al Atlántico para apoyar a su boxeador.

Vargas tomó aire para el siguiente round. Su cortada no dejaba de sangrar, además de que comenzó a inflamarse alrededor de su herida con lo que su visión se vio disminuida. A la mitad de contienda pactada a 12 asaltos, Miura y Bandido tomaron un aire ante la intensidad de los primeros episodios.

El escenario para el capitalino se puso cuesta arriba para el octavo, pues otra cortada se sumó a su rostro. Esta vez sobre su ceja derecha. El japonés enfocó su energía en atacar a esta zona. Al final de este round, el mexicano estuvo a punto de caer al suelo de nuevo. Sus piernas se tambalearon y la campana lo salvó de recibir más castigo. El réferi fue a revisar sus cortadas.

Pero todo cambió para el noveno round. Cuando peor la tenía Vargas, vino ese izquierdazo. Le siguió un derechazo y el remata de nuevo con la izquierda. Una poesía de intercambio de golpes que modificó por completo la balanza. El público estalló. Luego fue cuestión de tiempo para que Vargas terminara con Miura y, con ello, alcanzara su tan soñado título mundial. Misión cumplida.

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