Chicago.— El miércoles 10 de octubre de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial tenía escasos días de haber llegado a su final (2 de septiembre), Wrigley Field, con una asistencia de 41 mil 590 fanáticos, tuvo el que hasta el momento es el más reciente juego de Serie Mundial en casa para los Cubs.

Poco más de 71 años después, el recinto de la novena más emblemática de Chicago volverá a acoger un encuentro de Clásico de otoño. De hecho serán tres. Pero el simbolismo que representa el regreso ya ocasionó que los boletos de reventa subieran dos mil dólares en promedio, respecto a los que se vendieron para ver los primeros choques en Cleveland, entre Cubs e Indians.

Hasta el cierre de esta edición, la entrada más barata disponible en el portal StubHub, era de 2 mil 140 dólares, que corresponden a un par de boletos en el área de pie.

El juego 3 entre Indians y Cubs, que están empatados a un triunfo por bando, llega al campo de la Liga Nacional donde no habrá bateador designado y a la ciudad de los vientos, que podría causar problemas.

El derecho Josh Tomlin (13-9) abrirá por Cleveland y Kyle Hendricks(16-8) por Chicago. Ambos lanzadores se enfrentarán a vientos de poco más de 32 kilómetros por hora que beneficiarán a los bateadores derechos.

Hendricks tendrá la ventaja al ser el lanzador de casa y ser candidato al trofeo Cy Young, luego de las 16 victorias que consiguió y su efectividad de 2.13. En postemporada el derecho tiene un ERA de 1.65 en 16 innings y un tercio lanzados.

Tomlin, por su parte, ha sido una de esas estrellas sorpresa de octubre. Las lesiones de Carlos Carrasco y Danny Salazar empujaron a la rotación y él entregó buenos trabajos contra Red Sox y Blue Jays.

Si jugar en Wrigley Field ya es emotivo para cualquiera de los que salten a la grama, para Tomlin será aún más especial, pues en la tribuna estará su padre, quien en agosto pasado quedó paralizado del pecho para abajo y siempre soñó ver a su hijo en Serie Mundial. 

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