Londres se ha convertido en un sinónimo de experimentación en menswear. A la par de su larga tradición sartorial, algunos diseñadores proponen durante cada temporada desafiantes conjuntos que se muestran cada año en su Semana de la Moda enfocada al público masculino.

Prueba de este contraste es la edición Otoño/Invierno 2016 de dicho evento, en el que las propuestas de firmas clásicas como Thomas Pink y Gieves & Hawkes contrastaron con la estridente propuesta de diseñadores emergentes como Katie Eary y Astrid Andersen.

Sin embargo, ambas corrientes encontraron en los años 80 un foco de inspiración, pues retomaron tanto el gusto por el color como las siluetas deportivas presentes en esta década.

Una de las firmas que mejor logró captar este espíritu fue Moschino, la cual, aunque basada en Milán, mostró su colección en la capital inglesa. Para su desfile, Jeremy Scott mostró una marcada influencia de artistas contemporáneos como Gilbert And George, quienes contribuyeron a los coloridos estampados, mientras que, en algunas piezas, optó por mostrar terminados similares a los de un boceto a lápiz.

Probablemente una de las firmas que ha incluido lo mejor de ambos mundos es Burberry, misma que reunió en una misma propuesta tanto capas de estilo militar como voluminosos abrigos estilo Montgomery y chamarras de inspiración deportiva confeccionadas en piel de zorro o decoradas por cientos de lentejuelas.

Sin embargo, no todas las casas tomaron la década de los yuppies como punto de partida. Topman, por ejemplo, mostró siluetas, telas y colores que bien podrían haberse lucido en los 60, mientras que Belstaff apostó por detalles con una estética alpina. Coach, firma estadounidense que también mostró temporalmente en Londres, apostó por chamarras estilo motociclista, gorros de cashmere y voluminosos abrigos en una lujosa versión del atuendo casual.

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