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En 2007, Gabriel García Márquez soñaba con que su país y México pudieran tener un espacio de encuentro cultural; 10 años después, ese sueño se materializa con la primera exposición en el centro cultural Casa Colombia.

Ubicado en el cuarto piso del edificio El Rule, junto a la Torre Latinoamericana, el recinto presenta Oro, espíritu y naturaleza de un territorio, del colombiano Pedro Ruiz, con pinturas en pequeña escala que retratan al país sudamericano desde la inocencia y la colorida riqueza de la vida cotidiana, con la intención de superar la vorágine de violencia como imagen dominante.

La exposición, parte del Año Dual México-Colombia, presenta 36 piezas de gran detalle: balseros trasladan en canoas escenarios, arquitecturas, flora, fauna, detalles religiosos y personajes cotidianos de comunidades colombianas que navegan a través de un río dorado, en referencia al “oro” como su riqueza cultural.

“Estoy consciente de la realidad de mi país, no es una pieza ingenua; utiliza la inocencia como un arma sobre todo en los momentos que vivimos. Es un retrato de la gente en su quehacer, cultura y vida espiritual, de la verdadera naturaleza amable de los colombianos”, precisa Ruíz en entrevista.

Explica que el formato de las piezas invita al espectador a detenerse y observarlas por medio de una lupa, como en una reverencia, para apreciar la cotidianidad más allá de la imagen del conflicto que se suele difundir.

Ruiz relata que a partir de una complicada etapa personal decidió rendir homenaje a su labor como artista y realizar miniaturas; al sorprenderse por sus piezas, personas cercanas le pidieron que creara obras que resaltaran ciertos elementos de la diversidad cultural colombiana, algunos que incluso él no conocía. Entonces empezó a dar talleres escolares para dar nuevas esperanzas en su país a través del arte:

“Los niños discuten y reconocen sus alrededores. El objetivo es llegar a sitios donde hubiera violencia y masacres para consolar y decirles que la vida debe seguir y que es hermosa. Sacar de sus mentes el mal y sus parafernalias”. En la exposición se muestra este proceso en el que niños colombianos crean sus propios dibujos para revalorar la belleza que les rodea.

El artista expresa que se siente honrado al mostrar sus obras en un espacio que imaginó García Márquez.

Gabo fue muy amigo de mi papá. Tengo una foto donde aparecen juntos y mi papá decía en broma: ‘mira, aquí le dicto Cien años de soledad a Gabo’; lo queríamos mucho.”

Para Ruiz, más allá de los conflictos y carencias que nos afectan como latinoamericanos, es necesario repensarnos como sociedades de grandes aportes y virtudes: “Latinoamérica es mágica en el sentido más terrenal; la magia se ve como algo supersticioso, pero es una manera de existir. Debemos repensarnos como latinoamericanos, no como subdesarrollados, sino como sociedades llenas de riqueza que buscan contagiarla. Debemos mostrar lo que tenemos con la seguridad de que podemos cambiar al mundo”.

La embajadora de Colombia en México, Patricia Cárdenas, dijo que la muestra “resalta la esencia de Colombia como una puerta de entrada maravillosa para las actividades que tendrá el recinto”.

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