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Jorge Mester es hoy por hoy el decano de la dirección orquestal en México. Además es un músico con una de las más importantes trayectorias internaciones. Sus logros son, para la crítica especializada, innumerables.

En septiembre cumplirá un año de haber vuelto a la dirección artística de una agrupación mexicana, después de más de una década. Y volvió para crear lo cimientos de una naciente orquesta, la Filarmónica de Boca del Río. La experiencia le ha parecido “maravillosa”, por eso decidió renovar su contrato por dos años más.

“Las cosas han salido como me las había imaginado. Es una orquesta en la que la mayor parte de los músicos no habían tenido muchas oportunidades de tocar música sinfónica. Ha sido un placer inculcarles una ética de trabajo, animarlos a la perfección. El primer día llegaron con más de una hora antes a los ensayos para revisar algunos pasajes, esa dedicación al arte es bastante rara en el mundo de la música”, cuenta Mester en entrevista telefónica desde Nueva York.

El prominente defensor de la música contemporánea que ha dado clases en prestigiosas escuelas como la Juilliard School recalca el compromiso de los músicos. “Verlos trabajar desde las 8 de la mañana es algo milagroso”.

Mester es un violinista consumado y ha estado al frente de múltiples orquestas como la Filarmónica Real de Londres, la Sinfónica de Boston, la Orquesta de Cincinnati, la Sinfónica de Seattle.

La Filarmónica de Boca del Río implicaba un reto adicional, no sólo porque era nueva, también porque se fundaba en una ciudad con poca tradición sinfónica y en un estado con una importante agrupación, la Sinfónica de Xalapa.

El repertorio de la Filarmónica inició con obras conocidas porque se pensó que así se podría atraer al público. Sin embargo, Mester fue cambiando de rumbo y provocó a los músicos y a la orquesta.

En un concierto programó 4'33” de John Cage, que consiste en no tocar los instrumentos durante cuatro minutos y 33 segundos.

“El público no tiene miedo a experiencias nuevas. Programamos la obra de Cage y la gente estuvo muy atenta a este experimento posmoderno, naturalmente hubo personas sorprendidas pero resultó que el público, después de esa experiencia surrealista, siguió yendo a los conciertos, estaban fascinados. El entusiasmo de la gente ha crecido de principio a fin, recuerdan nuestros primeros conciertos hasta el último, el impacto ha sido muy especial”, dice.

Uno de los programas de la Filarmónica es el proyecto Orquestando Armonía, que de acuerdo con Enrique Márquez, director ejecutivo de la Filarmónica, es pionero en la integración social-cultural de la población infantil de la ciudad que tiene el objetivo de establecer una red municipal de orquestas infantiles y juveniles en Boca del Río.

Los maestros son los propios atrilistas y Jorge Mester. “Es algo hermoso, me conmueve increíblemente ver a los niños y a los maestros trabajando íntimamente. Estoy seguro de que estamos cambiando la vida de los chamaquitos, sus caras están llenas de asombro cuando tocan”, cuenta Mester.

Aunque el maestro ha sido director huésped en México diversas ocasiones desde hace más de 10 años, ahora, al estar a cargo de la dirección artística de una agrupación, asegura que en el país los atrilistas están interesados en tener un nivel mundial. “Creo que en México estamos lejos de la flojera, sí estamos interesados en hacer música. Con la Filarmónica de la Ciudad de México siempre fue un placer trabajar, cuando tuvimos la oportunidad de hacer un estudio del siglo XX durante una temporada fue increíble, estoy seguro de que el orgullo fue grandísimo”.

Mester ha hecho el estreno mundial de obras de compositores como Philip Glass, Peter Schickele, Michael Daughtery, Carl Ruggles, Joan Tower y George Tsontakis. En Boca del Río, el repertorio contemporáneo seguirá siendo una de las metas, pero el proceso será paulatino. “Vamos a terminar de construir un público, no es labor de la orquesta educar al público sino seducirlo”, advierte Mester

Los cimientos. El presupuesto de la orquesta es de 15 millones de pesos; entre septiembre de 2014 y mayo de 2015 ha tenido casi 10 mil espectadores. “Es un gran logro si consideramos que somos nuevos. Casi todos nuestros conciertos tienen localidades agotadas”, dice Enrique Márquez.

De acuerdo con el director ejecutivo, es una orquesta que tiene atrilistas de distintas partes del país, así como de España, Honduras y Bolivia, cuyas edades oscilan entre los 20 y los 40 años. “Son grandes músicos, sin vicios ni mañas. Ya estamos consolidando un sonido. Son 57 músicos y estamos asegurando que haya buenas condiciones de trabajo. No somos una orquesta común. Todos reciben dos sueldos, 22 están en el programa de educación y dan clases, los demás están también en el ensamble y dan conciertos en asilos, hospitales, entre otros. Nada es monótono”, asegura Márquez.

El maestro Mester y Márquez están a la espera de inaugurar, además, lo que será su sede en Playa Santa Ana, el Foro Boca, diseñado por Michel Rojkind, con un presupuesto local y federal de 150 millones; el inmueble, que tendrá una sala de conciertos, una de ensayo, terraza con vista panorámica y oficinas, se inaugurará en 2017.

“Espero verlo, me entusiasma mucho porque el repertorio podría crecer. Tenemos una sede muy pequeña que imposibilita tener un piano, cuando nos mudemos vamos inmediatamente a programar obras con piano”, dice Mester.

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