El soldado español Guillermo de Jorge vio cómo el sargento Joaquín Moya murió a causa de un disparo de los talibanes en 2011. Ese fue “uno de los momentos más difíciles” de su misión en Afganistán. Ese fue un motivo para escribir la poesía de su estancia en el frente.

Es evidente pensar que si se asiste a una zona de conflicto en Medio Oriente se esté expuesto a las balas, a las bombas, al desprecio de quienes con mirada sigilosa observan a soldados de occidente (sea cual sea su bandera) como un invasor, como un enemigo.

La estancia de De Jorge en Afganistán fue de septiembre de 2011 a enero de 2012. Con eso bastó para que escribiera memorias que no son solamente suyas, sino las de sus compañeros de misión.

aquí la muerte no tiene nombre

:
tiene calibre.

Esta consigna forma parte del libro “Afganistán: Diario de un soldado” que será publicado por el escritor Lorenzo Silva en la editorial Playa de Ákaba que dirige junto a su esposa. Para él, la prioridad de publicar estos escritos del frente es para “saber cómo viven y cómo son los soldados que cumplen su misión en zona de operaciones”, de acuerdo con declaraciones .

Para Silva, estos poemas dan voz al “ominoso e incomprensible silencio” en el que se envuelven las misiones del país ibérico en Medio Oriente.

Fuerzas militares españolas han sido enviadas al país árabe desde 2002 con tareas que han ido cambiando de acuerdo a las necesidades y avance de la pacificación en dicho país. Algunas de las misiones a la que respondía Guillermo de Jorge eran las de instruir a las fuerzas armadas y a las fuerzas de seguridad de Afganistán, pero no por ello estuvo exento de los atentados, de las balas en una nación todavía inestable.

De filólogo a soldado, a poeta

Relata El Cultural que Guillermo de Jorge estudió filología inglesa, pero decidió unirse a las filas del ejército "cuando uno debe dejar los dogmas a un lado y dar de comer a una bebé". Su aspecto no es el de un poeta, más bien es acorde con el de un hombre de armas: pelo al ras del cráneo, brazos en forma y tatuados; mirada firme.

Es en los textos que pudo amalgamar ambas vocaciones y prescindió de las estructuras poéticas clásicas. Asegura que cambió las estrofas por párrafos porque “quería ser fiel a la realidad que vivíamos, sin artificios, sin tretas ni argucias literarias” y por ello se valió de la amalgama del poema, la digresión reflexiva, el aforismo, el pseudo-haiku, entre otros elementos.

El autor ha compartido un par de composiciones como lo siguiente:

(…) algunos, en algún lugar de este mundo, se felicitan por la muerte de tres hombres; otros, simplemente, celebran esta victoria en cualquier otro campo de batalla, o en cualquier otra ciudad, o en cualquier otro país.

Yo

sólo

pienso en qué culpa tendrán sus hijos, con sus boquitas de hambre mojadas en pan con leche (...).

El libro “Afganistán: Diario de un soldado” se presenta hoy en España en Madrid.

rqm

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