El escritor Fernando del Paso hizo una confesión. Los infartos cerebrales que ha padecido en los últimos años le quitaron casi el habla y la movilidad, las secuelas le iban a impedir que asistiera a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y ofreciera algunas palabras en honor de su amigo, el poeta Hugo Gutiérrez Vega, fallecido en septiembre pasado.

Sin embargo, la amistad no conoce despedidas ni fronteras, ni siquiera las que están más allá de la vida. "No me puedo quedar callado, lo hago con gusto y con mucha tristeza también. Mi familia, mi esposa y mis hijos, llegamos a Londres muy desorientados y fueron Hugo y la bella Lucinda quienes nos recibieron como príncipes y nos introdujeron en el maravilloso campo de la cocina india. Hugo fue un compañero, un mentor, un guía; fui testigo de la maravillosa labor que hacía para difundir la cultura de México en el Reino Unido. Y de regreso en México difundió la cultura extranjera en México, por eso fue uno de los hombres más importantes de México y fue un gran amigo. Su ausencia pesa mucho", dijo.

Tras las palabras, Fernando del Paso tomó las manos de Lucinda y le dijo que un día, en la Universidad de Guadalajara, Gutiérrez Vega le aseguró que si volviera a nacer se volvería a casar con Lucinda. "Yo también lo haría, sería un bígamo", dijo el escritor entre risas. Lucinda sonrió.

Lucinda Ruiz, viuda de Gutierrez Vega, leyó, conmovida, un texto de Carmen Villoro, quien tuvo que marcharse por cuestiones familiares. "Es un poeta que se asombra y se divierte. ¿A quién se le ocurre titular un libro 'Poesía para el perro de la carnicería'? Su poesía es también un encuentro. De las fotografías que tengo del poeta hay una donde está sentado, con un libro en la mano, a sus espaldas está la arena de la playa, no está solo, algunos amigos lo acompañan, tiene un micrófono enfrente y una copa de vino tinto. Sobre una tarima de madera se ha montado una especie de sala de una casa familiar. Su actitud parece como el de quien tiene una espera satisfecha. El poeta está vestido de blanco, su mirada dulce. Ese hombre no puede ser otra cosa que un poeta", escribió Villoro.

Tras la lectura del texto, Lucinda Ruiz dijo que su esposo fue un hombre íntegro y justo. "Desde que te fuiste ya no tengo luz de luna, como dice la canción. Él estaría feliz de vivir esta FIL, amó Inglaterra", dijo.

Por su parte, el escritor Gonzalo Celorio sostuvo que Gutiérrez Vega fue poseedor de un inmenso patrimonio poético. "Fue un poeta de la devoción a la poesía misma. Amigo sincero, caballero elegante; antiguo y moderno al mismo tiempo, padre amoroso  y esposo enamorado. No cesó de cantar el buen amor", dijo.

Añadió que el poeta encontró afinidades en numerosos poetas que tuvieron resonancia en la configuración de sus obras, entre todas ellas, a pesar de su introspección, la más importante fue la voz de Ramón López Velarde, a quien dedicó su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua.

Coral Bracho indicó que Gutiérrez Vega fue una de esas personas que uno puede llegar a tener la enorme suerte de cruzarse en la vida y que son capaces de gozar cada instante y transmitir la plenitud en cada gesto. "Habló de mil modos en su poesía, en esa admirable obra que hubiera sido imposible crear sin esa soledad en calma. Tanto en su poesía como en su persona unió la frescura del niño que fue con la erudición y la ironía del adulto y con una sabiduría incesante. Hugo nos dejó todo esto y más en su poesía, pero hay algo esencial que vamos a extrañar en estos tiempos que nuestro país se desmorona, avorazado por un crimen organizado, en estos tiempos, más que nunca, vamos a extrañar su inquebrantable honestidad y su fuerza, así como su valentía", dijo.

Raúl Padilla López, presidente de la FIL, sostuvo que  Gutiérrez Vega dejó un sentimiento de orfandad y agradecimiento entre quienes lo conocieron y lo leyeron, dijo que fue un extraordinario hombre de letras, que nunca abandonó su verdadero oficio, el de poeta. "La vehemencia y lucidez de sus palabras siempre iban acompañados de un contagioso buen humor. Lo recuerdo como un gran pensador. Solía venir a Guadalajara a visitar a sus amigos, con quien se reunía en una tertulia y su presencia se convertía en la gran fiesta", comentó.

Tonatiuh Bravo, rector de la UdeG, mandó un mensaje que fue leído en el encuentro: "Era amante del progreso y férreo defensor de la ciencia. Fue íntegro y congruente. Gozaba los encuentros con los jóvenes universitarios con quienes compartía su amor por la poesía".

crs

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