Cae la noche y el cielo está rosado de tormenta. Los relámpagos lo tiñen de blanco e iluminan el agua del Dique 3 de Puerto Madero, donde se reflejan las luces rojas titilantes de los edificios, los carteles de neón y las grúas iluminadas. De pronto, una música rompe el silencio y el agua se llena de colores: funciona de pantalla para Big Bang Night, instalación artística acuática de Franco Lippi.

En el ensayo del sábado pasado todo salió perfecto. Hoy, entre las 21 y las 23:45, será el estreno oficial y la pieza de arte urbano volverá a activarse los sábados que quedan de enero a la misma hora (dura 12 minutos y se repite cada cinco). Suena la composición de Luis María Serra, los bajos retumban en el cuerpo del espectador y se enciende el agua con una pintura en movimiento: trazos en azul, blanco y un rojo imposible se escurren, explotan una mancha blanca, burbujean en celeste, se trenzan en espirales y viran al violeta.

"Estoy feliz con el resultado. Hemos formado un gran equipo", dice el pintor, que trabajó para esta pieza con la curaduría de Rodrigo Alonso, edición y posproducción de Trestipos Films, la dirección general de José María Paolantonio, además del compositor de la música original. La idea comenzó a tomar forma en 2012 y recién ahora se pudo concretar mediante la ley de mecenazgo. "Cuando empecé con esto me decían que estaba loco. Pero no: si uno lo puede pensar, lo puede hacer."

El primer paso ocurrió en su taller: el agua también corre en su obra y un equipo registró el proceso en video. Trabaja sobre papel de lija con tintas, acrílico, óleo y laca. Dibuja a mano alzada y deja que ocurran salpicaduras y escurrimientos, sin que se vea su mano. "Mi pintura ya tiene movimiento cuando la voy haciendo: chocan los materiales entre sí", cuenta. Pero la práctica de ver las pinturas superpuestas y en movimiento viene de mucho antes, cuando tendría cuatro años: "Mi padre era fotógrafo. Sobre los negativos que él descartaba yo dibujaba. Después mi padre los proyectaba en la pared y hacíamos una especie de análisis de la obra".

En Big Bang Night la pintura sale de la pared y cobra vida. Los videos que registran el proceso de creación y digitalizan originales fueron editados en una secuencia por el artista, siguiendo el andamiaje de la música. La pieza de videoarte final se proyecta como en el cine sobre el río con sus bordes desdibujados, como si emergiera, líquida, del agua, según el montaje escénico de Paolantonio.

Se expande así en espacio, tiempo y otros sentidos más allá de la vista, y se sumerge en la ciudad: cuentan el temblequeo del piso cuando cruzan autos por el puente, la brisa, los sonidos del tránsito que se mezclan con la música y un olor indefinible de la zona. "El agua es la topografía que yo necesito", dice el artista. En esa superficie ondulante se abre una puerta para un viaje interior a lo que parece la vista a través de microscopio -las imágenes tienen algo celular-. Otros pueden imaginar miradas telescópicas al origen del universo. "Como en el teatro, cada noche la pieza es distinta", dice Lippi. Durante el ensayo, los refucilos aumentaban el dramatismo y compusieron su propia obra. Una botella pasó flotando y amenazó con volverse punctum.

"Lo importante es que la gente venga y se encuentre con situaciones inesperadas. Ésta es una obra hecha de obras y es para todo el mundo", dice Paolantonio, dramaturgo, guionista de cine y director de cine, de teatro y de televisión. Alonso supervisó las cuestiones plásticas. Por ejemplo, sugirió mudar la experiencia al Dique 3, el más oscuro, para que no se viera el color de fondo del agua y los colores fueran más nítidos. "Los ritmos, los desplazamientos, los contrastes, las dinámicas visuales, las intensidades, los flujos y contraflujos, las apariciones y desapariciones, las vibraciones, los vacíos y las sutiles disoluciones, van construyendo un espectáculo que es, al mismo tiempo, plástico y emocional", describe Alonso. Después, cada uno verá cómo resuena dentro de sí.

nrv

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