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Aquella imagen de los estudiantes que en octubre de 1968 fueron detenidos en el edificio Chihuahua de Tlatelolco, puestos contra la pared con las manos arriba y sus pantalones abajo, que fueron vejados y humillados, es una imagen que extrae de aquella fecha el artista Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970) para construir su escultura de más de cinco metros, Estudiante, una de las tres obras de la exposición Hoy también fue un día soleado, que este miércoles abre al público en la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS).

En Estudiante se dan cita todas las contradicciones de la historia, contradicciones que le gusta decodificar al artista. Fechas como 1968 en Vietnam, Praga, París y México, y 1989, en Tiananmen, constituyen citas que vuelve a mirar desde el arte. Un trabajo que para el curador Gerardo Mosquera, “es un intento de reescribir los relatos de la historia o, al menos, de sensibilizarnos ante sus complejidades y vestigios, mostrando cómo la historia es construida desde el poder”. Para Taiyana Pimentel, directora de la SAPS, son una suerte de “monumentos no oficiales”.

Estudiante es impactante por la altura, 5.16 metros, un centímetro menos que el David, de Miguel Ángel; es impactante además porque aquella imagen en blanco, única en la sala (blanca también), rememora la foto vista por tantos años, foto olvidada quizás, pero cuyos significados resuenan aquí. Es una obra construida en la propia sala, integrada por más de 120 piezas que se pegaron, lijaron, envolvieron en resina y lijaron nuevamente. La factura no es algo que el artista deje al azar.

Hay un diálogo con las otras dos obras de la exposición en ese ejercicio de tratar de entender. Tlatelolco 68 está formada por un plano, un telar de artesanos de Oaxaca y una acción que se ejecutará durante seis meses; aparece en primer lugar, en el piso, la reproducción ampliada del diagrama de cómo actuaron los francotiradores en la Plaza de las Tres Culturas aquel 2 de octubre. Se trata de una imagen documental, un plano que formó parte de los archivos del general Marcelino García Barragán publicados por Julio Scherer García. El plano no es más que la representación de la confusión en torno de aquellos hechos. Y la intención en la obra es que se le represente en el tapete.

Hay dos lecturas que el artista da a este ejercicio del tejido: “Es intentar decodificar el texto mediante un sistema premoderno (telar) y luego, la alfombra como una imagen de lo confortable”.

La tercera pieza, Amanecer, es un video realizado con apoyo de Rafael Ortega. Una pieza de 16 minutos del adentro, afuera, abajo, arriba, día y noche del edificio Chihuahua; de las luces de bengala verdes, blancas y rojas que usó el batallón Olimpia, pero también del fin de utopías de ciudad que para Fernando Sánchez hoy son, más bien, una distopía: “Este video, realizado in situ, analiza el momento cero —del que hablaba Walter Benjamin— de la masacre. Intenta analizar las luces de bengala, el código utilizado para iniciar el ataque sobre la población civil y sobre los propios militares; explica el cambio de la utopía de la arquitectura, cómo la arquitectura hecha en un principio con un fin humanístico, ilustrado, se convierte en realidad en una trampa, una ratonera en la que la gente sucumbe y en la que los sueños de la Ilustración y de la ciudadanía se agotan”.

Tras recorrer la exposición, comentó: “Los artistas tratan temas que son a veces muy incómodos para el poder”. Explicó el nombre que dio a la muestra, Hoy también fue un día soleado: “Un día después los medios hablaban del clima; siempre es con espectáculos, deportes y con el clima como se manipula y distrae, sobre todo, tras esas fechas como el 2 de octubre”. Sánchez Castillo trabaja con una profunda investigación histórica y documental. La SAPS se ubica en Tres Picos 29, Polanco.

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