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El número de obras de mujeres artistas que se oferta en las subastas de arte latinoamericano de las dos mayores casas internacionales, Sotheby’s y Christie’s, no alcanza 5% del total de los lotes. Y si se revisa el número de mexicanas, la cifra es todavía menor.

Las subastas de noviembre en ambas casas son prueba de ello: en Christie’s, de 200 lotes, 49 eran de mexicanos y entre éstos hubo obra de dos creadoras: Leonora Carrington y Bridget Tichenor. En la respectiva de Sotheby’s hubo 192 lotes, entre los que figuraban cuatro mexicanas: Yvonne Domenge, Angelina Beloff, Fernanda Brunet y, nuevamente, Carrington.

En los dos últimos años, dos surrealistas (exiliadas en México) consiguieron récords: de Remedios Varo se vendieron en 2014 y 2015 obras que la ubican entre los 10 mejor vendidos en la historia del arte de subastas: Hacia la Torre, que llegó a 4.3 millones de dólares (mdd), y Vampiros vegetarianos, que alcanzó en 2015 los 3.3 mdd.

En Sotheby’s, Carrington alcanzó en 2014 la cifra de 2.6 mdd con La tentación de San Antonio. Pero más allá no hay casi nada para destacar: a ese grupo de las que alcanzan cifras millonarias pocas consiguen acceder.

En los últimos dos años, además de las citadas y de Frida Kahlo (récord para una mexicana con la obra Raíces), han llegado a las subastas María Izquierdo, Tina Modotti y Kati Horna. Salvo Domenge y Brunet, las demás son artistas ya fallecidas y algunas cercanas al surrealismo.

Esa situación refleja en buena medida lo que pasa en el país. En museos, colecciones y galerías, alrededor de 15% de las obras son de mujeres, aunque el INBA no dio cifras al respecto. Como plantea el curador independiente Octavio Avendaño, no se debe perseguir una supuesta equidad de 50-50, sin embargo, las cifras arrojan contrastes desde el pasado y, lo que es más sorprendente, en fechas recientes.

Por ejemplo: como lo reseñó en una investigación de 2011 Silvana Gesualdo, la última exposición dedicada a una mujer en el Museo Nacional de Arte tuvo lugar en 1992; es más, en ese recinto abierto en 1982 sólo se han dedicado individuales a Frida Kahlo, Tina Modotti, y María Asúnsolo.

En colecciones públicas hay grandes contrastes, en 2013, de acuerdo con la investigación de Avendaño para la exposición Silencio, rumor, grito, de 2014, en el MAM había “2 mil 694 obras aproximadamente y solamente 315 eran de mujeres, es decir, 11% del acervo”.

Examinando por otra parte, las adquisiciones de 2005 a 2015 del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM, publicadas en un libro de la misma institución, se encuentra que son alrededor de 172 obras, de las cuales 26 son de mujeres.

En el caso de los museos privados también hay grandes contrastes; en el MARCO de Monterrey, la colección tiene obra de 119 artistas, entre los cuales hay 20 de mujeres.

Aunque la presencia de un número determinado de mujeres no es garantía de que sea mejor o no una galería, hay diferencias para resaltar. Una revisión del grupo de artistas de nueve galerías de la Ciudad de México, con base en la información que presentan en sus sitios web, arroja cifras diversas: en OMR son 14 hombres y tres mujeres; en Kurimanzutto son 22 y ocho; en la Galería de Arte Mexicano la diferencia es de 23 y 10; en Lourdes Sosa son tres mujeres y 18 hombres; en Oscar Román, 30 hombres y nueve mujeres; en la galería Enrique Guerrero son 11 artistas hombres y cuatro mujeres; en la Monclova, una mujer y siete hombres; en Labor son 13 hombres y tres mujeres y, finalmente, en Arróniz son 17 hombres frente a tres mujeres.

Sin cambios. La artista Betsabeé Romero, quien no tiene galería en México, pues, dice, “no les interesa mi trabajo”, encontró que este es un problema mundial: “Lo dijo Annette Messager, en la colección del Pompidou las obras de las mujeres no llegaban a 10%”.

En 2015, en las subastas de Nueva York de obras de arte de la posguerra y contemporáneas, 92% de las ventas correspondió a obras creadas por hombres y sólo 8% a piezas de mujeres.

En la subasta de Sotheby’s de noviembre sólo había 15 artistas latinas, y en la de la casa Christie’s había obra de ocho mujeres entre los 200 lotes.

Las cifras sobre lo que hoy pasa en México no distan de las que encontró Romero cuando hizo una investigación entre 2006 y 2011 de ventas de mujeres artistas en galerías mexicanas y subastas internacionales, así como de la presencia de las artistas en museos, privados y públicos, y en bienales.

Romero también analizó el caso de las artistas en el FONCA y en el Sistema Nacional de Creadores del Arte: “A pesar de que el Estado ha permitido un sostén para más artistas de los que avala el mercado, al final sí hay un tamiz muy fuerte. Es parejo en la búsqueda de becas, pero no en el Sistema Nacional de Creadores porque se requieren, por ejemplo, tres exposiciones para ingresar. Y, para entonces, la mujer ha tenido que entrar a muchos más roles familiares y de sostenimiento económico, que muchas veces los hombres logran superar rápidamente”.

Romero advierte un vacío en las investigaciones sobre mujeres artistas: “Las investigaciones sobre la obra de Frida Kahlo no existen. En cambio, los investigadores se toman ‘en serio’ a los muralistas; lo de Frida no les merece una mirada académica seria. No se estudia a las mujeres”.

Recuerda que en el pasado las artistas tuvieron una situación aún más difícil: “A María Izquierdo le prometieron un muro y nunca se lo prestaron. Si hay un movimiento machorro es el Muralismo… y eso ha seguido en muchos sentidos”.

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