La Biblioteca Nacional de Francia (BnF)y el Museo Picasso de París inauguraron hoy una doble exposición de Miquel Barceló con creaciones inéditas monumentales, entre ellas una vidriera trabajada con arcilla, un nuevo Muro de las Cabezas y unas gigantescas "Cerillas", recién fundidas en el País Vasco.

Sobre los ventanales del ala oeste de la sede contemporánea de la Biblioteca Nacional, junto a sus salas de lectura y el recinto donde exhibe un centenar de sus obras, el artista mallorquín creó un fresco de 190 metros de largo por 6 metros de alto.

Pulpos, medusas, peces, crustáceos y animales marinos; serpientes, cocodrilos, bisontes, elefantes y otros mamíferos terrestres; escenas de inspiración rupestre, esqueletos, figuras fantásticas, humanas, vegetales y abstractas, invaden la infinita cristalera en perpetúa transformación, siguiendo la luz del día.

"Es arcilla sobre cristal, y la cosa es que el sol atravesando la cristalera proyecta imágenes en el suelo y sobre la gente (..), lo que me gusta es cómo la arcilla se vuelve pintura" y luz en movimiento, subrayó Barceló en el acto inaugural.

En la BnF, el núcleo está compuesto por un centenar de piezas, de ellas sesenta estampas, aguafuertes, litografías y grabados, junto a pinturas, esculturas, cerámicas, guaches, dibujos y cuadernos de Barceló, para quien ambas exhibiciones son complementarias, según destacó el artista y coincidieron en señalar a Efe sus comisarias.

Fue él quien propuso crear una colosal vidriera a imagen de la que adorna su taller en Vilafranca (Islas Baleares), con arcilla arañada, similar al que ahora propone en París, resaltó Cécile Pocheau Lesteven, comisaria de la Bnf.

Es una obra efímera, realizada en poco más de 15 días y que el 28 de agosto, cuando la muestra concluya, dejará también de existir, recordó.

El conjunto es un homenaje al filósofo mallorquín Ramón Llull y forma parte de los actos conmemorativos impulsados en el 700 aniversario de su muerte, en 1316, por el Instituto Ramón Llull.

En el Museo Picasso, el recorrido pasa por el jardín con las monumentales "Cerillas" nunca expuestas antes y concluye en "Los tres Llull", escultura de 2010 con tres rostros que pueden representar al artista, y a otros ilustres maestros como Tiziano y Miguel Ángel, explica Violette Andrés, una de sus dos comisarias.

El hilo conductor es aquí el taller del artista, el de Barceló, por supuesto, plasmado en algunos de sus célebres óleos de la década de los noventa o en una recreación de su taller de yesos, que ocupan una sala rodeados de fotografías del taller de Picasso, obra de su compañera Dora Maar, Brassaï y otros fotógrafos.

La exposición, la primera de un artista contemporáneo tras la reapertura del museo posterior a su rehabilitación, hace un año y medio, fue programada por su anterior presidenta, Anne Baldassari, retomada por su sucesor, Laurent Le Bon, y retrasada un año para hacerla coincidir con la de la BnF.

Además de su catálogo y su título, "Miquel Barceló. Sol y sombra", comparten obras sobre la tauromaquia, aquí varios óleos, y una reciente maqueta de grabado, así como una importante referencia a Copito de nieve, histórico gorila albino del Zoo de Barcelona que abre la exposición en el Museo Picasso.

Sus salas muestran, asimismo, un valioso conjunto de cerámicas recientes, en particular las realizadas con hollín, nunca expuestas antes, pues Barceló no había encontrado hasta ahora la técnica que le permitía fijar su negritud, explicó Andrés.

En diálogo directo con la vidriera de la BnF, dentro del museo, la monumentalidad la ofrece un trabajo hecho "in situ", "El Muro de Cabezas", que ocupa una sala en solitario, y cuyos tochos y piezas azules, verdes, blancos y negros fueron creados para la ocasión.

Reflejan la pasión de Barceló por el arte prehistórico y de culturas como la azteca, y sus famosos estantes funerarios de cráneos, los tzompantli, confeccionados con decenas de calaveras de enemigos sacrificados para contentar al dios del sol y de la guerra, Huitzilopochtli.

sc

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