La probabilidad de que un mensaje en una botella lanzado al mar llegue a un destinatario en algún punto del mundo en menos de tres años es sumamente variable y, por lo tanto, incalculable.

La probabilidad de que un artista envíe un dibujo dentro de una botella en Nueva York y sea recibido por otra artista en la costa de Francia en dicho lapso de tiempo parece ser, más bien, una historia digna de la ficción.

Así le sucedió a la pintora francesa Brigitte Bartolomé cuando encontró en una playa de Aquitania, al suroeste del país galo, una botella con un papel en su interior: el dibujo de un cormorán realizado y echado al mar en 2013 por el pintor neoyorquino George Boorujy.

 (FOTO: George Boorujy)

Fueron dos años y medio los que la obra a lápiz cruzó el Atlántico a la deriva por más de 5 mil 600 kilómetros, hasta llegar a las manos de Brigitte, quien paseaba junto con su esposo a su perro por la costa francesa.

Boorujy, quien también envió sus datos en la misiva gráfica, recibió un correo electrónico de Bartolomé con imágenes de la botella. Fue “uno de los correos más encantadores que he recibido”, aseguró para el diario francés Sud Quest. “Me quedé sorprendido y loco de la emoción”, afirmó.

George Boorujy se caracteriza por sus dibujos de fauna sumamente realistas y es representado por la galería PPOW, con sede en la Gran Manzana.

rqm

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