ana.pinon@eluniversal.com.mx

El extrañamiento que la embajada de México en Italia mandó a la producción de Carmen, de Bizet, que el Teatro de la Ópera de Roma representa en las Termas de Caracalla, un foro al aire libre en Roma, y que sitúa a la ópera en la frontera de México con Estados Unidos, dejó “boquiabiertos” a los creativos. “Fue realmente inesperado, nos hemos quedado todos boquiabiertos. Es como cuando le haces un cumplido a una persona y te responde lo contrario”, dice en entrevista la directora escénica del montaje, la argentina Valentina Carrasco.

El pasado 29 de junio la embajada de México en Italia, a cargo de Juan José Guerra Abud, informó que expresó su “sorpresa e indignación” a las autoridades de la Ópera de Roma y de la ciudad de Roma por la “burda y simplista representación de nuestro país y sus tradiciones”, así como por usar una “imagen desfigurada de la virgen de Guadalupe, ligándola al culto de la Santa Muerte”; consideraciones que también hizo llegar a la Alcadesa de esa ciudad, Virginia Raggi, quien declinó ofrecer una entrevista porque no deseaba polemizar.

Hace unos días, el diplomático que fue secretario de Medio Ambiente en la presente administración, reconoció a EL UNIVERSAL que envió sus opiniones sin haber visto el montaje y que se basó en información publicada en medios de comunicación italianos y en comentarios de mexicanos que viven en Italia; aunque cabe señalar que al momento del extrañamiento aún no se estrenaba la versión de Carrasco.

Desde Barcelona, la creadora argentina que ha trabajado con la compañía La Fura dels Baus, asegura que ante las cartas del embajador y por “la mínima sospecha de que hubiera mexicanos que pudieran sentirse ofendidos” por el uso de la virgen de Guadalupe, decidió retirarla de la producción.

“Lo cambiamos todo cuando recibimos una carta del embajador luego de que vio los videos promocionales. Recuerdo que fue un lunes cuando no se trabaja en Roma, que nos pusimos a modificar las cosas, esa parte la tiramos a la basura. El Teatro se acercó inmediatamente para invitar al embajador. Y es importante recalcar que nosotros no nos permitimos inventar nada, las imágenes de la virgen las tomamos de efigies que existen en México, cualquiera puede entrar a google y corroborarlo”, sostiene. El diplomático, por su parte, indicó que aún no ha asistido pero que ya cuenta con boletos.

Carmen de George Bizet se estrenó en París en 1875 y está ambientada en Sevilla, España, y es ante todo, según el especialista en ópera Gerardo Kleinburg, una historia sobre un feminicidio, que además marcó el principio de una corriente realista que después desembocaría en el verismo italiano, es decir, en óperas que reflejaron a la sociedad de su tiempo.

“Las óperas hablaban de dioses y semidioses, había personajes míticos, pero con óperas como Carmen y La Traviata los compositores se involucraron con su presente. La ambientación en España no es el tema central, lo principal es que es una historia sobre una mujer libre (Carmen) que se enamora de un hombre (Don José), luego de otro (Escamillo) pero el primero no soporta que ella viva su libertad y la asesina, sostiene Kleinburg.

El especialista que fuera director de la Ópera de Bellas Artes y del Festival Internacional Cervantino, sostiene que Carmen podría ubicarse en cualquier parte del mundo. “Por supuesto que es una historia que puede suceder en México o en Siria o en cualquier lugar. No tengo derecho a hablar sobre esta versión porque no la he visto, pero con base en algunos videos puedo decir que se aprecian esqueletos que bien podrían ser un homenaje a José Guadalupe Posada y hay otros elementos que hacen referencia a México. Además, la virgen de Guadalupe como la Santa Muerte en México, es parte de nuestra realidad, no lo podemos negar”.

Por su parte, el crítico musical José Noé Mercado, explica que el estreno de Carmen en el París del siglo XIX. “Se hablaba de las violentas pasiones, de tráfico, de gente que se dedicaba a estar fuera de la ley y de un grupo de gitanos que sin patria fija iban de un lado a otro; a la ópera le fue muy mal, pero hoy es una de las más representadas en el mundo. No sé las intenciones de Valentina Carrasco y, sin haberla visto, lo que podemos presumir es que se trata de un acierto ubicar la historia en la frontera y aderezarla con el muro. Quizá hay un cliché, pero eso no la hace falsa”, dice.

“No quisimos ofender a México con Carmen”
“No quisimos ofender a México con Carmen”

Carrasco defiende su montaje y cuenta que la inspiración para ubicar la ópera en la frontera de México con Estados Unidos surgió a partir de las características de las Termas de Caracalla. “Son unas ruinas con una forma rocosa que de golpe me hicieron pensar en el desierto americano popularizado por el western norteamericano. También consideré que el público de las Termas es muy variado y pueden ir muchas personas que tal vez se enfrentan por primera vez a una ópera, así que necesitaba un contexto atractivo”.

Y añade: “Me encantó México porque posee una cultura muy fuerte, interesante y en muchos aspectos colorida; también hay referencias a ese proyecto absurdo del muro, utilizamos un lenguaje inspirado en el muralismo de los grandes artistas como Rivera y Orozco, hay vestuario que busca rememorar a Frida Kahlo; la celebración del Día de Muertos la usamos porque nos pareció que era el mejor contexto para la muerte de Carmen.

En la entrevista publicada recientemente en EL UNIVERSAL, el embajador expone su preocupación por las escenas de “violencia y drogas”. En la versión original, Carmen es una cigarrera que se enamora de un soldado que al desertar se une a un grupo de contrabandistas que trabajan entre España y Portugal. Para la creadora lo más importante es que su trabajo es una ópera, no “un tratado sociológico de una región o de un país”.

En este sentido, el dramaturgo y director escénico Richard Viqueira, cuyo trabajo no ha estado exento de la polémica, apunta: “El arte debe ser el único lugar donde la libertad debe ser irrestricta con todos los peligros que esto conlleva; en el arte no debe haber ningún imperativo ni moral, ni nacionalista ni personal. Lo que es escandaloso es que los políticos se escandalicen por cómo nos retratan que por cómo ellos nos gobiernan, es una paradoja; les aterra verse reflejados y dirigen sus energías a criticar ese reflejo que a atacar lo que lo produjo”, dice.

Kleinburg añade que la blasfemia es también un recurso artístico. “Verdi le pidió a su libretista que escribiera un credo al demonio en Otello, en Shakespeare no existe ese credo. Mientras que en La Fanciulla del west de Puccini, se ha dicho que en alguna parte se habla de unos bandidos mexicanos”. Ambos títulos se presentarán este año en el Palacio de Bellas Artes.

Carrasco advierte que películas que hablan acerca de la cultura mexicana no son tomadas como referencias literarles. “No creo que alguien piense que México es igual a El mariachi o Once upon a time en Mexico. En Italia, para mi sorpresa, no se conocen muchas cosas del país, pocos sabían del Día de Muertos por la película Spectre. En esta ópera hay una celebración a México, se ondean banderas y se asegura que no es el segundo país más violento; por eso estamos tan sorprendidos”.

Google News

Noticias según tus intereses