Chile, tras la dictadura cívico militar que vivió entre 1973 y 1990, quedó con una herida abierta, que pese a los esfuerzos democráticos y de unificación social, bajo los escombros de una naciente reconstrucción, continuó desarrollándose un conflicto social que explotaría en 2011, cuando miles de estudiantes inundaron las calles de Santiago para reclamar que el tema de la educación fuera parte fundamental de la agenda nacional.

Era casi el fin de la  administración Bachelet y el primer año del gobierno del derechista Sebastián Piñera. Las manifestaciones lograron poner en jaque al sistema, los detenidos se contabilizaban por cientos, así como los heridos civiles y policiales. Para analistas chilenos, la lucha estudiantil fue un nuevo despertar de los movimientos sociales después de más de dos décadas de aletargamiento. Este contexto histórico es retomado por el dramaturgo chileno Andrés Kalawski  para crear la obra "Diez mil cosas".

El montaje fue presentado en la 43 edición del Festival Internacional Cervantino bajo la dirección de Fabio Rubiano, interpretado por Renata Ramos Maza y David Calderón.

"Diez mil cosas" propone el choque de dos visiones sobre la manifestación estudiantil, dos puntos de vista de la realidad social de Chile: la de Salvador, un estudiante de familia adinerada y Miriam, una mesera de origen humilde que trabaja en un restaurante chino.

El encuentro entre esos dos mundos que convergen en un misma realidad social, se da cuando Salvador se esconde en el restaurante para protegerse de la represión policial durante una manifestación.

La primera debilidad de la propuesta del director y dramaturgo colombiano Rubiano es contextualizar la obra en México. Las marchas no son por el derecho a la educación, sino por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Los carabineros chilenos son los granaderos mexicanos.

México, si bien ha vivido una "dictadura perfecta" según Vargas Llosa, la realidad nacional es distinta a la dictura pinochetista. La sobrevivencia de ambos países no ha sido la misma.

La segunda debilidad recae en el propio texto de Kalawski. En principio se plantean las posiciones de ambos personajes, uno quiere igualdad y justicia, el otro sólo quiere seguir trabajando para poder subsistir. No hay un puntos de reconcialiación. Para él, ella es sólo una asalariada ignorante que no comprende la importancia de la lucha; para ella, él sólo es un jovencito que no ha padecido lo que es el hambre, que no sabe lo que es despertar a las 5 de la mañana para llegar a tiempo a trabajar.

A mitad de la obra hay un punto de quiebre. La rabia lo transforma todo. Los personajes se desdoblan y se reducen a una simple mujer con instinto maternal y a un simple joven mimado que enloquece. Los principios ideológicos se diluyen en la soledad, en el enamoramiento, en la neurosis, en la locura. Es una trampa. No hay profundidad en los personajes, hay una manipulación hacia el espectador.

La tercera debilidad es una sobreactuación de los actores. El grito innecesario, los ojos desorbitados, el movimiento brusco, la superficialidad de la emoción.

"Diez mil cosas" es una coproducción entre el Cervantino, el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, el Festival Santiago a Mil y la Compañía Nacional de Teatro.

La obra se presentará en la ciudad de México el 15 de octubre en el Foro de las Artes.

sc

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses